Ciudad del Vaticano (Martes, 24-11-2015, Gaudium Press) En la misa de ayer en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó el Evangelio del día que habla de la pobreza de la viuda que depositó en el tesoro del templo dos pequeñas monedas en cuanto los ricos ostentaban sus grandes ofrendas.
«Esta viuda pobre depositó más que todos», porque los otros dieron su superfluo, mientras que ella, en su miseria, depositó «todo lo que tenía para vivir».
«En la Biblia, la viuda es la mujer sola que no tiene el marido para protegerla; la mujer que debe arreglárselas como puede, que vive de la caridad pública», dijo Francisco.
«La viuda de este pasaje del Evangelio era una viuda que tenía su esperanza solamente en el Señor. Me gusta ver en las viudas del Evangelio la imagen de la viudez de la Iglesia que espera el retorno de Jesús»:
«La Iglesia es la esposa de Jesús, pero el Señor se fue y su único tesoro es su Señor. La Iglesia, cuando es fiel, deja todo por causa de la espera de su Señor. Cuando la Iglesia no es fiel o no es muy fiel o no tiene mucha fe en el amor de su Señor procura arreglarse con otras cosas, con otras seguridades, más del mundo que de Dios.»
«Las viudas del Evangelio, resaltó el Papa, dan un bonito mensaje de Jesús sobre la Iglesia»:
«Tiene aquella sola, única, que salía de Naín, con el cajón de su hijo: lloraba, sola. Si, las personas tan buenas, la acompañaban, ¡pero su corazón estaba solo!»
La Iglesia viuda que llora cuando sus hijos mueren a la vida de Jesús.
«Tiene aquella otra que, para defender sus hijos, va hasta el juez injusto: torna su vida imposible, tocando la puerta todos los días, diciendo «¡hágame justicia!». Al final, hace justicia. Es la Iglesia viuda que reza, intercede por sus hijos».
«Pero el corazón de la Iglesia está siempre con su Esposo, con Jesús. Está en las alturas. Y también nuestra alma – de acuerdo con los padres del desierto – se parece tanto a la Iglesia».
«Y cuando nuestra alma, nuestra vida, está más próxima a Jesús, se aleja de tantas cosas mundanas, cosas que no sirven, que no ayudan y que alejan de Jesús».
«Así es nuestra Iglesia que busca a su Esposo, espera a su Esposo, espera aquel encuentro, que llora por sus hijos, lucha por sus hijos, da todo aquello que tiene porque su único interés es su Esposo».
La «viudez» de la Iglesia – explica el Papa – se refiere al hecho de que la Iglesia está esperando a Jesús: «puede ser una Iglesia fiel a esta espera, esperando con confianza el retorno del marido o una Iglesia no fiel a esta ‘viudez’, buscando seguridad en otras realidades… la Iglesia tibia, la Iglesia mediocre, la Iglesia mundana».
«En estos últimos días del Año Litúrgico, nos hará bien preguntarnos sobre nuestra alma: si es como esta Iglesia que Jesús quiere, si nuestra alma se vuelve a su esposo y dice:
«Ven, Señor Jesús! Ven!».
«Y que dejamos de lado todas las cosas que no sirven, que no son de ayuda a la fidelidad». (JSG)
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