domingo, 24 de noviembre de 2024
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Penitenciario Mayor de la Iglesia explica indulgencia en el Año Santo

Ciudad del Vaticano (Viernes, 11-12-2015, Gaudium Press) Desde que fue anunciado el Año Santo de la Misericordia, se habla bastante de la Indulgencia jubilar, pasando en peregrinación por la Puerta Santa como señal de profunda conversión, reconciliación y arrepentimiento.

A una pregunta todavía queda siendo debida una respuesta: ¿Qué es la indulgencia?

La indulgencia, de acuerdo con la doctrina católica, es la remisión delante de Dios de la «pena temporal» para los pecados ya perdonados en la Confesión en lo que dice respecto a la «culpa».

Eso porque todo pecado, aún habiendo sido perdonado por Dios, deja un residuo (de pena) a ser purificado -aquí en la tierra o después de esta vida- a fin de que el amor sea totalmente inmaculado.

Fue a ese propósito que el Penitenciario Mayor de la Iglesia, el Cardenal Mauro Piacenza, habló a la Radio Vaticana, en entrevista.

Son palabras del Purpurado:

– «Absueltos los pecados, la desproporción entre la santidad de Dios y su amor y la negatividad del pecado es tan grande que permanecen residuos: el pecado es perdonado, pero permanecen residuos de pena.

He aquí entonces que la Indulgencia -y ahí está su preciosidad- reside en el hecho de poder disfrutar de la misericordia infinita de Dios que purifica todo – si no fuese irreverente, se podría hablar de una especie de aspirador de polvo divino – eliminando todo y cualquier residuo.

Por consiguiente, cuando una persona recibe la Indulgencia, después de la Confesión, efectivamente es como después del Bautismo: prácticamente recomienza una nueva vida. (…)

Es claro que existen condiciones para la Indulgencia, o sea, la Comunión y la Confesión en el lapso de tiempo conveniente, el rezar según las intenciones del Santo Padre, el hecho de rezar un Padre Nuestro y un Credo… pero eso es nada delante de aquello que nos es dado, pero debe existir porque, de cierta forma, estructura el modo de recibir la Indulgencia.

Sin embargo, lo fundamental es el arrepentimiento del corazón, esto es, un acto de amor perfecto delante de Dios y en favor del prójimo.

Y eso nos hace obtener la Indulgencia.

El Año Santo se realiza sobre dos puntos centrales, que son la Confesión y la Indulgencia.» (JSG)

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