Ciudad de México (Sábado, 12-12-2015, Gaudium Press) Después de las notables celebraciones del «Dozavario» en honor de la Virgen del Tepeyac, la Iglesia de México celebró la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, una de las mayores manifestaciones de fe del continente americano. Con el canto de las tradicionales «Mañanitas» a la Madre de Dios y la Eucaristía solemne de Medianoche se dio inicio a la Fiesta, que tuvo su punto cumbre en la Apertura de la Puerta Santa de la Basílica y la Eucaristía Solemne de las Rosas, presididas por el Arzobispo de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera. En esta Eucaristía, el purpurado leyó un mensaje especial enviado por el Papa Francisco.
Sagrado ayate de Nuestra Señora de Guadalupe. Foto: Eric. |
La celebración de este año tiene por lema «Santa María de Guadalupe, la ternura y la misericordia de Dios y su justicia en nuestras vidas», y los millones de peregrinos se congregaron durante los días del Dozavario de preparación desde todas partes del país y procedentes de varias naciones latinoamericanas, culminando en la celebración de la Solemnidad el 12 de diciembre, cuyo eco resuena en todas las parroquias de la nación mexicana, donde se celebraron Vigilias en la víspera y Eucaristías desde tempranas horas de la madrugada.
Guadalupe y la Misericordia Divina
El Cardenal Norberto Rivera abre la Puerta Santa del Santuario de Nuestra señora de Guadalupe. Foto: Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. |
El Cardenal Rivera destacó en su homilía de la Eucaristía central la unión de esta celebración con la presidida por el Papa Francisco en el Vaticano, en la cual dedicó el Año Santo de la Misericordia a Nuestra Señora de Guadalupe. El Arzobispo leyó unas palabras del Santo Padre con motivo de la fiesta de la Patrona de México y Emperatriz de América, a quien encomendó «los sufrimientos y las alegrías de todo el Continente Americano, que la aman como madre, la reconocen como Patrona, bajo el título entrañable de Nuestra Señora de Guadalupe».
«Que la dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios», expresó el Pontífice, citado por el purpurado. «A Ella le pedimos en este Año Jubilar que sea una siembra de amor misericordioso en el corazón de las personas, de las familias, de las naciones. Que nos siga repitiendo: ‘No tengan miedo. ¿Acaso no estoy Yo aquí que soy tu Madre?’ Madre de misericordia».
El Cardenal Rivera explicó que la Santísima Virgen «es el modelo y la estrella para conducirnos a la fuente de la misericordia» y exhortó a los fieles a no oponerse al amor de Dios, debido a que la voluntad humana es necesaria para aceptar el don de la misericordia divina. El modelo de esta cooperación humana es la Madre de Dios: «Ella le dijo con gran valor: Sí, «hágase en mí según tu palabra», y esto en toda su vida fue una constante, hasta cuando Ella estaba al pie de la cruz, sufriendo al contemplar a su Hijo amado», describió, «aquel que tuvo en su inmaculado vientre, aquel que tuvo su espacio, aquel que tuvo sus cuidados, su calor, su alimento».
Concelebrantes de la Eucaristía central en la Solemnidad. Foto: Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. |
El Cardenal describió la dolorosa escena de la entrega de María de su Hijo a la muerte de cruz y la misión que recibe de Cristo al ser ofrecida como Madre a todos los creyentes en la figura del Apóstol San Juan. El ejemplo de Jesucristo en la cruz fue de misericordia incluso para con sus verdugos, para quienes pidió el perdón de Dios, y este amor misericordioso es identificable en el mensaje compasivo de la Virgen el el monte Tepeyac.
«Por medio de Santa María de Guadalupe tenemos el camino seguro a la misericordia
de Dios, sin miedos, sin temores, sin ansiedades, sin complejos, sin angustias», indicó el Cardenal, quien parafraseó las palabras del relato del Nican Mopohua: «No tengas miedo, no tengas miedo, ¡No tengas miedo! ¿Acaso no estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¡No tengas miedo! Yo soy tu protección y resguardo ¡No tengas miedo! Yo soy la fuente de tu alegría ¡No tengas miedo! Te tengo colocado en el hueco de mi manto y te sigo abrazando en el cruce de mis brazos. ¡No tengas miedo hijo mío! ¡Te amo con todo mi corazón!»
Con información de Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe
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