Redacción (Martes, 22-12-2015, Gaudium Press) «Puerta Santa»: la expresión, de larga tradición en la Iglesia, es hoy ampliamente reconocida por su nutrido empleo en este Año Santo de la Misericordia, donde a pedido del Papa se han establecido numerosas puertas santas en las Catedrales y muchos santuarios de todo el orbe. Pero… ¿qué es una Puerta Santa?
El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México -ante la confusión surgida en algunos que piensan que cruzando una Puerta Santa se obtiene el perdón de los pecados- ha publicado un pedagógico artículo en el que explica el sentido y los beneficios del cruzar las puertas santas que han sido establecidas por el Jubileo de la Misericordia.
Puerta Santa
Jesucristo, la Divina Puerta Santa hacia Dios |
Es ella, «una puerta especial que se abre sólo durante un Jubileo o Año Santo, para que quienes atraviesan su umbral, puedan obtener Indulgencia Plenaria».
Habiendo el propio Cristo dicho de sí que es puerta hacia Dios (Jn 10, 7-9), identifica de esta manera su Divina Persona con la mediación hacia el Altísimo. En este sentido una Puerta Santa es un símbolo de Jesús y de su exclusivo papel mediador. «Él es el único Salvador, que sufrió, murió y resucitó para ganarnos la Gloria. Y es así que, con esa valentía que Jesús tuvo para cumplir la voluntad del Creador, todo fiel está llamado a cruzar el umbral de una Puerta Santa, alejar de su existencia el pecado y entrar en la nueva vida, una vida de gracia, una vida en comunión con el Reino de Dios».
Es claro que no basta cruzar una Puerta Santa para obtener el perdón de los pecados, sino que sigue siendo necesaria la absolución sacramental ante un sacerdote autorizado. Entretanto, ya se ha dicho que el cruzar la Puerta Santa es ocasión para recibir la indulgencia plenaria. ¿Qué es una indulgencia plenaria?
«Hay que recordar que cuando alguien peca y se arrepiente y se confiesa, recibe el perdón de su pecado, pero queda una culpa que debe expiar, sea en esta vida o, después de morir, en el Purgatorio. La Indulgencia Plenaria otorga el perdón de esa culpa. Se puede aplicar por un difunto, para ayudarle a salir del Purgatorio, o por uno mismo, no por otra persona viva. Si alguien que acaba de obtener la Indulgencia Plenaria muriera, su alma iría al Cielo sin pasar por el Purgatorio».
Para obtener el preciado tesoro de una indulgencia plenaria, es preciso, además de cruzar una Puerta Santa, «estar en estado de gracia, es decir, haberse confesado y tener propósito de enmienda y de evitar el pecado; comulgar y orar por las intenciones del Papa».
Como ya fue dicho, las puertas de las Catedrales del mundo entero son Puertas Santas en este Año de la Misericordia. Además, los obispos tienen la facultad de indicar otros lugares de oración destacados en sus diócesis para que, constituidas allí también Puertas Santas, se pueda obtener la indulgencia plenaria.
Aprovechemos pues esta ocasión de gracia, para crecer en la fe, la piedad y devoción, teniendo en vista la Misericordia infinita del Creador, que por amor a los miserables no dudó en ofrecer como víctima propiciatoria a su Divino Hijo, Dios también, y misericordioso en esencia.
Gaudium Press / S.C.
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