Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-01-2016, Gaudium Press) En el Ángelus dominical el Papa Francisco comentó la lectura evangélica del día, el inicio del Evangelio de San Juan, la cual anuncia que el Verbo se hizo carne, habitó entre nosotros, pero que los suyos no lo han acogido.
«El Evangelista no esconde el carácter dramático de la Encarnación del Hijo de Dios, subrayando que al don de amor de Dios se contrapone la no acogida por parte de los hombres. La Palabra es la luz, y sin embargo los hombres han preferido las tinieblas», expresó el Pontífice. Es un «misterio del mal», presente en la vida del hombre, que tiene por promotor al maligno.
Entretanto, el mal no tiene la última palabra, pues siempre tendremos la libertad de acoger en los corazones al Hijo de Dios que vino a salvarnos. «El Libro del Génesis dice una bella frase que nos hace comprender esto: dice que el mal está agazapado a la puerta (Cfr. 4,7). Ay de nosotros si lo dejamos entrar; sería él entonces el que cerraría nuestra puerta a quien quiera. En cambio, estamos llamados a abrir de par en par la puerta de nuestro corazón a la Palabra de Dios, a Jesús, para llegar a ser así sus hijos. En el día de Navidad ya ha sido proclamado este solemne inicio del Evangelio de Juan; y hoy se nos propone una vez más. Es la invitación de la Santa Madre Iglesia la que acoge esta Palabra de salvación, este misterio de la luz».
El Papa expresó que el Año Santo de la Misericordia que estamos viviendo, es por demás ocasión propicia para hacer que «el Evangelio sea cada vez más carne en nuestra vida. Acercarse al Evangelio, meditarlo y encarnarlo en la vida cotidiana es la mejor manera para conocer a Jesús y llevarlo a los demás».
El Pontífice concluyó sus palabras encomendando a todos a la Virgen «Madre de Jesús y Madre nuestra».
Con información de Radio Vaticano
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