Lima (Domingo, 10-01-2016, Gaudium Press) En su más reciente programa sabatino, Diálogo de Fe, el Cardenal Arzobispo de Lima, Mons. Juan Luis Cipriani Thorne, habló sobre lo que significan los 17 años que ha pasado al frente de la Arquidiócesis de la capital peruana.
«Hoy cumplo 17 años como Arzobispo de Lima -resaltó el Cardenal-, y la verdad le doy gracias a Dios y les pido oraciones a todos en esta tarea por la cual daré cuenta a Dios. Cuando Dios me pregunte: «¿Qué hiciste con esos hijos míos?, ¿cómo transmitiste esa fe?, ¿cómo los ayudaste?». Son preguntas fuertes que Dios tiene para un obispo. No creo que me pregunte por las elecciones, la embajada de Japón o las cartas falsas. No preguntará por tantas cosas que a veces llenan de ruido la vida».
«En el fondo del alma la gran pregunta es lo que le dijo a Pedro: «¿Me amas?». Esa es la gran pregunta que tenemos los obispos y sacerdotes y en el fondo toda persona cabeza de un hogar y de una institución en diferentes medidas. Hoy como digo, les pido oraciones y les doy gracias porque me han acompañado con tanto cariño», recalcó el Arzobispo.
Es medio de una sociedad en profunda crisis, el papel del obispo es mantenerse firme en la fe: «En un tiempo en el que la sociedad está desarmando toda su organización a nivel mundial con ese veneno que es la ideología de género, que ya no reconoce que hay hombres y mujeres y en la que ni siquiera se reconoce que el nacimiento es producto de un hombre y una mujer. En donde se va rompiendo lo que es la maternidad y la paternidad y al mismo tiempo una institución tan importante como el matrimonio y la familia».
Defensa de la vida y la familia
Para el purpurado limeño la defensa de la vida y la familia son asuntos no negociables, en su labor pastoral. «La familia es un asunto mucho más íntimo a la naturaleza misma. Cuando hay ese intento en que el Estado quiere diseñar tu vida familiar es un desastre. Cuando el mercado quiere manejar tus costumbres personales también te destruye. En esos momentos como ahora, la Iglesia tiene la obligación de ser testigo, testigo que puede sufrir martirio o el maltrato de la honra. Todos los obispos si queremos ser fieles a la tarea que Jesucristo nos ha impuesto debemos enseñar la verdad».
Con información de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Lima
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