Santiago (Miércoles, 26-08-2009, Gaudium Press) La mañana del martes 25 de agosto los sacerdotes de la arquidiócesis de Santiago encabezados por el cardenal Francisco Javier Errázuriz, participaron de un encuentro de oración y contemplación del Santísimo ante la tumba de San Alberto Hurtado. La actividad se desarrolló con motivo del Año Sacerdotal y el Mes de la Solidaridad que la Iglesia en Chile ha celebrado durante todo agosto.
Cantos, reflexiones y momentos de profunda oración en silencio marcaron la adoración del clero diocesano a Jesucristo sacramentado. La ocasión coincidió significativamente con la fecha en la que el padre Hurtado celebró su primera eucaristía.
Al finalizar la oración, el Cardenal tomó la palabra para agradecer al Departamento del Clero por la organización del encuentro y destacó que «dentro de todo el plan de nuestra Misión Continental está el hecho de la conversión de los agentes evangelizadores, de aquellos que están llamados a ser discípulos misioneros de Jesucristo, y nosotros, en primera línea». Asimismo el Pastor invitó a los presbíteros a experimentar en este Año Sacerdotal un profundo encuentro con Jesús, destacando que el ministerio de amor recibido por Él es algo que «no merecemos».
Recordando el pasaje bíblico que narra la historia del joven rico, el Cardenal afirmó que «tantos compañeros nuestros pudieron haber sido llamados antes de nosotros. No éramos los más brillantes, los más piadosos, los mejores alumnos, y Jesús fijó su mirada en nosotros, con amor, y nos dio la gracia. Esa que no tuvo el joven rico -a quien Jesús miró con amor- que dijo que había cumplido los mandamientos y no habló nada del primer mandamiento: ‘Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas’. Y ese mandamiento es el que le habría dado la fuerza para dejar todos los bienes y seguir a Jesús».
Al finalizar el prelado recordó que Dios les solicita a los sacerdotes que sean los primeros en el camino a la santidad. Además los exhortó a seguir el ejemplo de San Alberto Hurtado que encarnó el anhelo de caminar con pasión hacia la santidad y la identificación con Cristo.
«Sigamos nuestro camino, que en buena parte es muy personal, pero puede ser también decanal, en la casa donde estamos con otros sacerdotes, camino con los fieles más cercanos a Jesús, camino de santidad pastoral, de amor pastoral, para que en nosotros se dé que seamos los primeros en ser discípulos y que la gente note que el que habla en la predicación es un discípulo de Jesús», concluyó.
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