Lima (Lunes, 25-01-2016, Gaudium Press) El Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de Lima, abrió ayer la Puerta Santa jubilar en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, regentada por los padres jesuitas, en Lima.
«Me ha parecido muy oportuno que una puerta de la misericordia esté aquí en Fátima porque ustedes, padres jesuitas, siempre están a la espera de los penitentes, están como pioneros de la misericordia. Los invito a que haya una verdadera cantidad de gente que entre, por esa puerta que es Cristo, que entre a los corazones… Les agradezco por que aquí [en la parroquia Nuestra Señora de Fátima] y en San Pedro, todo Lima sabe que siempre encontrará un sacerdote dispuesto a escuchar y confesar, ojalá en muchas Iglesias tuviéramos esa disponibilidad», afirmó el purpurado.
En la homilía proferida, el Cardenal Cipriani habló sobre la enfermedad «más dura que hoy se extiende en la juventud, en la gente madura y en la gente de la tercera o cuarta edad», la soledad: «Esa soledad del twitter, del whatsapp, del facebook, nos aísla. Esa es la enfermedad que hoy le pedimos al Señor en este año de la misericordia: Sal al encuentro de nosotros, acompáñanos, conviértenos en esos agentes, testigos de la misericordia. La respuesta a ese pecado que te aísla es lograr que la familia sea el gran centro de la misericordia y preguntarnos: ¿Qué puedo hacer yo en mi familia? ¿Puedo sonreír más, puedo ser más amable?, ¿puedo escuchar un poco más? Cada miembro de la familia pregúntese qué puede hacer para hacer del ambiente de la familia un lugar más agradecido, más alegre, y más servicial». El Cardenal también recordó que el pecado aísla, el pecado «promete mucho pero nos deja solos y la gran respuesta es rehacer la familia».
El purpurado limeño también habló sobre como vivir el Año de la Misericordia en Familia: «Misericordia en la familia como fruto de la misericordia de Dios en tu corazón. Cuántos milagros van a ocurrir pasando por esa puerta, al encuentro del perdón y de la eucaristía, miles y miles de milagros, no solo de salud sino de paz, de amor de Dios, de entrega al prójimo, de volver a empezar una situación familiar. […] Dejemos de lado la comodidad, la pereza y la televisión; ya no es el martirio, son como esas pequeñas flojeras que se han metido que nos llevan muchas veces a alejarnos de este día central de la fe en que se renueva el misterio pascual, en que Jesús vuelve a entregar su cuerpo y alma, en que Jesús vuelve a acercarse a cada uno para perdonarlo, para llenarlo de alegría, para invitarlos a esa felicidad eterna».
Con información de la Oficina de Comunicaciones del Arzobispado de Lima.
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