sábado, 23 de noviembre de 2024
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Qué diría San Leopoldo Mandic a los confesores y penitentes de hoy

Ciudad del Vaticano (Martes, 02-02-2016, Gaudium Press) En entrevista con Radio Vaticano, el P. Flaviano Giovanni Gusella, rector del Santuario de San Leopoldo Mandic de Padua – Italia, habla sobre el Santo confesor capuchino, que es uno de los santos que en este Jubileo de la Misericordia salen a luz a promover el sacramento de la penitencia. Los restos de San Leopoldo Mandic -que vivió de 1866 a 1942- estarán expuestos en la Basílica Vaticana del 5 al 11 de febrero con esta intención.

1.jpgTras recordar que tanto Pablo VI como Juan Pablo II lo declararon «heroico ministro de la reconciliación» (Pablo VI lo beatificó, Juan Pablo II lo canonizó), el P. Gusella se explayó sobre lo que San Leopoldo diría y enseñaría a los confesores de hoy:

«Ciertamente la disponibilidad. El Padre Leopoldo estaba en el confesionario durante todo el día, desde la mañana hasta la noche. Si hay una cosa que pedía a los superiores era poder permanecer en el confesionario, incluso fuera del horario normal: su total disponibilidad y fidelidad a su ministerio y su carisma. Yo creo que sea esto, porque a veces, por parte de muchos penitentes, se siente hoy la necesidad, el deseo, de conocer y de encontrar allí -como dice el Papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo de la Misericordia- a un confesor que te espera, que te acoge, que no pierde la paciencia, y que está listo para darte la bienvenida como una imagen de Jesús el Buen Pastor. Creo que esta es la actitud de base fundamental para los confesores. Y luego, siempre como dice Francisco en la Bula para el gran Jubileo de la Misericordia, esta capacidad de ser rostro misericordioso, tierno, dulce y paternal a aquellos que se acercan al sacramento de la reconciliación. Así como lo hizo el padre de la parábola del hijo pródigo».

A los penitentes, y siguiendo con el pensamiento del P. Gusella, San Leopoldo convocaría a la confianza. «Ten fe, ten confianza -decía- no tengas miedo. Ve, yo soy un pecador como tú. Si el Señor no sostuviese su mano sobre mi cabeza, haría como tú y peor que tú», decía San Leopoldo. «No importa los pecados o errores. Dios ve nuestro deseo de recuperarnos, de cambiar de vida, de reconciliarnos. Y eso es suficiente», afirma el rector del Santuario de San Leopoldo Mandic de Padua.

El P. Gusella contó una anécdota de la vida de San Leopoldo. Un día el Santo sacerdote salía del confesionario y vio a una persona que hace mucho no se confesaba. «Venga, venga señor», le dijo. El hombre entró un tanto confuso en el confesionario y desprevenidamente se sentó en la silla del confesor. Ante él se arrodilló el Padre Leopoldo y escuchó, de rodillas, la confesión. Tras contar sus pecados, el penitente se dio cuenta que había ocupado el lugar del sacerdote, y pidió excusas, mientras el Padre Leopoldo lo despedía con una sonrisa, muy amplia, sin ni siquiera mencionar el error. El señor confirmó: «Ese gesto me ha conquistado profundamente». Desde entonces siguió visitando a San Leopoldo frecuentemente, en el confesionario.

Con información de Radio Vaticano

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