Ciudad del Vaticano (Viernes, 05-02-2016, Gaudium Press) La primera lectura de la liturgia de la Santa Misa de ayer jueves, habla de la muerte del Rey David.
Y el Papa Francisco, en la homilía de la celebración Eucarística en la Casa Santa Marta, comentó: «Toda vida tiene un fin. Este es un pensamiento que no nos gusta mucho, pero es la realidad de todos los días», dijo, para continuar en seguida:
«Pensar en el último paso es una luz que ilumina la vida, es una realidad que debemos tener siempre delante de nosotros».
David
David reinó sobre Israel durante 40 años, «sin embargo, cuarenta años también pasan».
Antes de morir, recordó el Pontífice, él exhortó a su hijo Salomón a observar la Ley del Señor.
En vida él fue un gran pecador, sin embargo, él aprendió a pedir perdón. Reconoció su error y pidió perdón.
Es por eso que la Iglesia lo llama de «¡Santo Rey David. Pecador, pero Santo!»
En la hora de la muerte, él deja una herencia a su hijo. Él lega a Salomón «la herencia más bonita y mayor que un hombre y una mujer pueden dejar a los hijos: deja la fe»:
El ‘testamento’ de David
«Cuando se hace el testamento, las personas dicen: ‘Pero a él dejó esto, a este dejó aquello, a aquel dejó aquello otro…’. Sí, todo bien, pero la más bella herencia, la mayor herencia que un hombre, una mujer puede dejar a sus hijos es la fe».
Y David hace memoria de las promesas de Dios, hace memoria de la propia fe en esas promesas y las recuerda al hijo. Dejar la fe como herencia.
La herencia del Bautismo
Francisco comentó que en la ceremonia de Bautismo damos a los padres la vela encendida.
Es la luz de la fe, y con este gesto estamos diciendo: ‘Manténgala, hágala crecer en su hijo y en su hija y déjela como herencia».
Dejar la fe como herencia. Es eso lo que nos enseña David.
Y él muere así, simplemente, como cada hombre. Pero él sabe bien qué aconsejar al hijo y cual sea la mejor herencia que le deja: ¡no es el reino, sino la fe!».
Un examen de Consciencia
El Papa concluyó con un examen de consciencia: «¿Cuál es la herencia que yo dejo con mi vida? «:
«¿Dejo la herencia de un hombre, una mujer de fe? ¿A los míos dejo esta herencia? Pidamos al Señor dos cosas: no tener miedo de este último paso en nuestra vida. (…) y una segunda cosa: que todos nosotros podamos dejar con nuestra vida, como mejor herencia, la fe, la fe en este Dios fiel, este Dios que siempre está a nuestro lado, este Dios que es Padre y jamás desilusiona». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Radio Vaticano)
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