Freetown (Sábado, 06-02-2016, Gaudium Press) El Arzobispo de Freetown, Sierra Leona, Mons. Edward Tamba Charles, expuso el pasado 21 de enero las razones por las cuales solicitó junto a otros líderes religiosos al presidente del país, Ernest Bai Koroma, negar la sanción presidencial a una ley que permitiría la práctica legal de abortos en el país. «El mandato cristiano de predicar a Jesucristo como la plenitud de la manifestación de Dios como Dios de la vida nos obliga a oponernos a la ley y demandar que sea retirada de los archivos de nuestro Parlamento», expresó el prelado, según informó Radio Vaticano.
Mons. Edward Tamba Charles, Arzobispo de Freetown, Sierra Leona. Foto: ACN. |
La norma rechazada por la Iglesia admitiría la eliminación de las vidas humanas antes de la semana 12 de gestación sin límites legales y admitiría el aborto en algunos casos durante el resto del embarazo. «Contrario a su título engañoso, la Ley de Aborto Seguro en discusión no demuestra respeto por la vida del niño ni de su madre ni garantiza su seguridad», expuso el Arzobispo, quien advirtió a las autoridades que la manera correcta de evitar las muertes maternas es la inversión en los cuidados prenatales y durante el parto y la atención en salud después de éste. Estas iniciativas «garantizarán un rápido declive en las muertes maternas y la mortalidad infantil, mientras que el aborto las incrementará aún más».
Mons. Charles indicó que la norma que legalizaría el aborto «representa una filosofía, una visión del mundo y una ideología que es extraña a las culturas del pueblo de este país y propone acciones que son contrarias a nuestras creencias religiosas y valores culturales». El prelado calificó la aprobación de la ley por el Parlamento como «una clara opción de la cultura de la muerte, contraria a nuestra muy atesorada cultura de la vida».
El Arzobispo recordó el deber de la Iglesia de intervenir en esta materia «debido a nuestro imperativo misionero cristiano, de acuerdo al cual toda persona, precisamente por la razón del misterio de la Palabra de Dios hecha carne es confiada a la protección materna de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, la cual ha recibido la misión de predicar el Evangelio de Cristo a todas las naciones, en efecto hasta los confines de la tierra», expuso. «Por tanto, cada amenaza a la vida y la dignidad humanas debe ser naturalmente sentidas en el corazón mismo de la Iglesia; no puede sino afectarla en el núcleo de su fe en la Encarnación Redentora del Hijo de Dios, y vincularla en la tarea de proclamar el Evangelio de la Vida en todo el mundo y a toda creatura».
Con información de Radio Vaticano.
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