Ciudad del Vaticano (Jueves, 11-02-2016, Gaudium Press) Era el día 11 de febrero de 2013. Benedicto XVI participaba de una reunión con eclesiásticos.
La reunión fue interrumpida porque el Papa haría una comunicación que contenía la siguiente frase:
«Queridísimos hermanos, les doy gracias de corazón por todo el amor y trabajo que habéis ejercido junto a mí, llevando el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos»…
Estas palabras servirían para que Benedicto XVI pudiese, en seguida, anunciar su renuncia.
El espanto solo llegó y dominó a los allí presentes después que las palabras dichas en latín fuesen traducidas para los muchos que no las entendieron, inclusive eclesiásticos.
Una periodista que entendía el idioma oficial de la Iglesia fue quien, primero esparció la sorpresa a todo el mundo. Esa era la noticia inesperada.
Era un día como hoy… y ya pasaron tres años: aquel que el 19 de abril de 2005, al ser electo Pontífice, como el «humilde trabajador de la viña del Señor» anunciaba ahora su renuncia al Solio Pontificio.
Tres años después
Tres años después de este anuncio el Papa Emérito pasa sus días en el corazón de los jardines del Vaticano en la residencia Mater Ecclesiae, todavía asistido por los laicos consagrados de la Comunidad de los «Memores Domini», y por su fiel secretario, Mons. Georg Gänwein, que también es prefecto de la Casa Pontificia.
Benedicto XVI apareció en varias ocasiones en público junto a su sucesor, particularmente en la Misa de canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII, en abril de 2014, y cuando la apertura de la Puerta Santa, el 8 de diciembre de 2015.
A los casi 90 años Benedicto XVI continúa recibiendo visitas y, aunque fatigado y limitado físicamente, él muestra una gran acuidad intelectual y espiritual, y continúa expresándose en diversos idiomas. (JSG)
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