Nueva York (Miércoles, 17-02-2016, Gaudium Press) El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Mons. Bernardito Auza, manifestó la posición oficial de la Iglesia en contra de las presiones de este organismo multilateral y otras organizaciones a los países afectados por el virus Zika para que aprueben la práctica de abortos. La promoción del aborto es «una respuesta ilegítima» a los supuestos riesgos que el virus representa para los niños en gestación, los cuales aún no han sido comprobados. Aún en caso de que el virus generara enfermedades congénitas, «un diagnóstico de microcefalia en un niño no debería garantizar una pena de muerte», declaró el Arzobispo.
Mons. Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas. Foto: Cáritas Internationalis. |
«Estamos profundamente preocupados por el llamado de algunos funcionarios gubernamentales, así como de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, en favor de la liberalización de las leyes de aborto y acceso a abortifacientes como medios para prevenir el nacimiento de niños con defectos de nacimiento», indicó el prelado. Para la Santa Sede esta propuesta «es una respuesta ilegítima a esta crisis» y negó que la medida pueda tener un supuesto carácter preventivo, ya que se trata en su lugar de «acabar con la vida de un niño».
EL Observador Permanente expuso que la conexión del virus con casos de microcefalia u otras enfermedades no está adecuadamente establecida a través de investigaciones confiables, de forma que «el camino hacia delante no debería ser dictado por el pánico sino por la vigilancia debida». Ante un riesgo potencial para las gestantes, la Santa Sede propuso en su lugar que «una parte de la respuesta adecuada debería involucrar la promoción de la abstinencia».
«Debe hacerse énfasis en que un diagnóstico de microcefalia en un niño no debería garantizar una sentencia de muerte», declaró Mons. Auza, quien citó el caso de la periodista Ana Carolina Cáceres, quien a pesar de padecer microcefalia, vive una vida plena y productiva. «Sin importar su conexión con el virus Zika, es un hecho de la existencia humana que algunos niños desarrollan condiciones como la microcefalia», concluyó el Arzobispo, «y que estos niños merecen ser protegidos y cuidados durante sus vidas, de acuerdo con nuestra obligación de salvaguardar toda vida humana, saludable o discapacitada, con igual compromiso, sin dejar a nadie atrás».
Con información de Radio Vaticano.
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