Morelia (Miércoles, 17-02-2016, Gaudium Press) En su quinto día en tierras mexicanas, en un encuentro muy esperado, el Santo Padre dedicó ayer su reflexión, en parte, a la necesidad de reaccionar a las adversidades delante de una realidad que parece insuperable.
El Papa Francisco invitó a los sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados y seminaristas a hacer una oración: «No caigamos en la tentación de la resignación».
La invitación fue hecha durante la misa celebrada en el Estadio «Venustiano Carranza» en Morelia, en el centro de México.
Vencer la tentación de la resignación
Son reflexiones del Papa:
«Una de las tentaciones que nos asalta, una de las tentaciones que surge no solo de contemplar la realidad, sino también de vivir en ella… ¿sabéis cuál puede ser?» – preguntó el Pontífice.
«¿Cuál es la tentación que nos puede venir de ambientes dominados muchas veces por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia delante del sufrimiento y la precariedad?» – insistió Francisco.
«A la vista de esta realidad que parece haberse tornado un sistema inamovible, ¿cuál es la tentación que repetidamente nos viene? Creo que podremos resumirla con la palabra resignación. A la vista de esta realidad, puede vencernos una de las armas preferidas del demonio: la resignación.»
«Una resignación que nos paraliza e impide no solo de caminar, sino también de abrir camino; una resignación que no solo nos atemoriza, sino también nos atrinchera en nuestras «sacristías» y seguridades aparentes; una resignación que no solo nos impide de anunciar, sino nos impide también de alabar; una resignación que nos impide no solo de proyectar, sino también de arriesgar y transformar.»
Un aforisma
Francisco inició sus palabras refiriéndose a la oración en la vida sacerdotal y religiosa, en la vida de los consagrados en general:
«Hay un aforisma que recita así: «Dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas»; porque, mostrándome cómo rezas, aprenderé a descubrir el Dios vivo y, mostrándome como vives, aprenderé a creer en el Dios a quien rezas, pues nuestra vida habla de la oración y la oración habla de nuestra vida, y nuestra vida habla en la oración y la oración habla en nuestra vida. Se aprende a rezar, como se aprende a caminar, a hablar, a escuchar. La escuela de la oración es la escuela de la vida, y la escuela de la vida es el lugar donde hacemos escuela de oración».
Consagrados
Dirigiéndose a los consagrados, Francisco resaltó que Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida. Él les mostró qué significa ser Hijo Dios.
En su mirada, en su caminar, les hizo experimentar la fuerza, la novedad de decir: «Padre Nuestro».
En Jesús, esta expresión no tiene el sabor viejo de la rutina o de la repetición; al contrario, sabe a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, al decir: Padre Nuestro.
Jesús llamó primero a los suyos
«Nuestro primer llamado es para hacer experiencia de este amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia. El primer llamado que Jesús nos hizo fue para introducirnos en esta nueva dinámica del amor, de la filiación. Nuestro primer llamado es para aprender a decir «Padre Nuestro», decir Abbá.»
Jesús nos llamó para participar en su vida, en la vida divina: ¡Ay de nosotros, si no la compartimos! ¡Ay de nosotros, si no somos testigos de lo que vimos y oímos! ¡Ay de nosotros! – advirtió el Papa.
Decir con nuestra vida Padre Nuestro
«¿En qué consiste la misión sino en decir con nuestra vida: Padre Nuestro?» – preguntó Francisco. Es a este Padre Nuestro que nos dirigimos todos los días rezando:
«No nos dejes caer en tentación. Lo hizo el propio Jesús. Rezó para que nosotros, sus discípulos – de ayer y de hoy -, no cayéramos en tentación.»
«En los momentos de tentación, nos hace muy bien apelar a nuestra memoria. Nos ayuda mucho considerar la «madera» de la que fuimos hechos. No comenzó todo con nosotros, ni acabará todo con nosotros», observó Francisco, «por eso, nos hace bien recuperar el recuerdo de la historia que nos trajo hasta aquí», agregó.
«No nos dejes caer en la tentación de la resignación, no nos dejes caer en la tentación de la pérdida de la memoria, no nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de lo que nuestros mayores nos enseñaron, con su vida, a decir: Padre Nuestro», concluyó el Papa Francisco. (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Radio Vaticano)
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