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Washington (Martes, 23-02-2016, Gaudium Press) La Eucaristía del funeral del juez Antonin Scalia, miembro de la Corte Suprema de Estados Unidos, fue un relevante evento para el país y la Iglesia, debido al compromiso católico del jurista y la relevancia de su testimonio en la dimensión pública (ver noticia anterior), motivos por los cuales fue realizada en el mayor templo del país, el Santuario nacional de la Inmaculada Concepción en Washington.
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| P. Paul Scalia, hijo del Juez Antonin Scalia. Foto: NCR. |
A pesar de que la homilía fue predicada por su propio hijo sacerdote, el P. paul Scandia, de forma llamativa evitó centrarse en la figura del juez para aprovechar la oportunidad y predicar el mensaje central del Evangelio a los presentes y llevar el anuncio a las numerosas personas que siguieron el evento. «Nos hemos reunido aquí a causa de un hombre. Un hombre conocido por muchos de nosotros, conocido sólo por reputación aún más; un hombre amado por muchos, despreciado por otros; un hombre conocido por su gran controversia, y por su gran compasión», inició el P. Scalia, según reportó National Catholic Register. «Ese hombre es, por supuesto, Jesús de Nazareth».
«Es a Él a quien proclamamos: Jesucristo, hijo del Padre, nacido de la Virgen María, crucificado, sepultado, resucitado, sentado a la derecha del Padre», continuó el sacerdote. «Es a causa de Él, debido a su vida, muerte y resurrección que nosotros no nos lamentamos como aquellos que no tienen esperanza, sino que con confianza encomendamos a Antonin Scalia a la misericordia de Dios».
Las menciones que el P. Scalia hizo de su padre en la homilía fueron de carácter complementario, de forma que el reconocimiento y el agradecimiento por las virtudes y logros del juez iba dirigido a Dios. A pesar de la relevancia nacional del jurista, su hijo dejó en claro el papel preponderante de Dios en la vida de los fieles y en la liturgia del funeral católico, hecho destacado como ejemplar ante la tendencia reciente de desviar la atención hacia un homenaje póstumo en ocasiones similares.
El sacerdote pidió a los presentes orar por el perdón de los pecados de su padre y para que Jesucristo culmine en él la obra de perfeccionamiento de forma que pueda entrar en la presencia de Dios en el Cielo. Este era el deseo del propio juez, quien había escrito previamente al haber asistido a un funeral que consideraba ejemplar: «Incluso cuando el fallecido fuera una persona admirable – de hecho especialmente cuando el fallecido fuera una persona admirable – elogiar sus virtudes puede hacernos olvidar que estamos orando por y agradeciendo la inexplicable misericordia de Dios por un pecador».
Con información de National Catholic Register y First Things.
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