Ciudad del Vaticano (Miércoles, 24-02-2016, Gaudium Press) Ayer martes 23 de febrero, el Papa Francisco volvió a celebrar la Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta. Así, después del viaje a México, él retoma una costumbre instituida por él mismo.
Como es habitual, él comenta la liturgia del día en una breve homilía.
En su comentario de ayer, Francisco afirmó que la vida cristiana es concreta, no una religión hecha de hipocresía y vanidad.
«Dios es concreto», pero son muchos los cristianos «de apariencia», que hacen de la pertenencia a la Iglesia un adorno sin compromiso, una ocasión para obtener prestigio.
El trecho litúrgico del profeta Isaías y el pasaje del Evangelio de Mateo fueron usados para explicar la «dialéctica evangélica entre el decir y el hacer».
Francisco destacó las palabras de Jesús que desenmascaró a los escribas y fariseos e invitó a los discípulos y la multitud a observar aquello que ellos enseñan y a no comportarse como ellos:
«El Señor nos enseña el camino del hacer. Y cuántas veces encontramos personas – también nosotros, en la Iglesia: ‘¡Oh, soy muy católico!’. ‘¿Pero qué usted hace?’ Cuántos padres se dicen católicos, pero nunca tienen tiempo para hablar con los propios hijos, para jugar con ellos, para oírlos. Tal vez sus padres estén en un asilo, pero están siempre ocupados y no pueden ir a visitarlos y los abandonan».
» ‘¡Pero soy muy católico! Yo pertenezco a aquella asociación’. Esta es la religión del decir: yo digo que soy así, pero hago mundanidad».
«Decir y no hacer», afirmó el Papa, «es un engaño».
«Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien». «Socorred al oprimido, haced justicia al huérfano, defended la causa de la viuda». Para el Papa, estas palabras de Isaías indican lo que Dios prefiere y demuestran también la infinita misericordia de Dios, que dice a los hombres: «Venid, debatamos. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, se tornarán blancos como la nieve»:
Hacer la voluntad de Dios
El Papa Francisco continuó exponiendo sus pensamientos: «La misericordia del Señor va al encuentro de aquellos que tienen el coraje de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre las cosas que hacen o no hacen, solo para corregir. Y este es el gran amor del Señor, en esta dialéctica entre el decir y el hacer. Ser cristiano significa hacer: hacer la voluntad de Dios.
Y, en el último día -porque todos nosotros tendremos uno- en aquel día, ¿qué el Señor nos pedirá? Dirá: ‘¿Qué dijeron de mi?’. ¡No! Él nos preguntará sobre las cosas que hicimos».
Solo decir, lleva a la vanidad
«¡Esta es la vida cristiana!, dijo Francisco. Decir, solamente, nos lleva a la vanidad, a hacer de cuenta de ser cristiano. Pero no, no se es cristiano así».
Y pidió, al concluir:
«Que el Señor nos dé esta sabiduría de entender bien dónde está la diferencia entre decir y hacer y nos enseñe el camino del hacer y nos ayude a recorrerlo, porque el camino del decir nos lleva al lugar donde estaban los doctores de la ley, los clérigos que gustaban vestirse y ser como majestades. ¡Y esta no es la realidad del Evangelio! Que el Señor nos enseñe este camino». (JSG)
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