Roma (Jueves, 25-02-2016, Gaudium Press) De modo excepcional, por causa del Jubileo de la Misericordia, en Roma algunos monumentos poco conocidos serán abiertos al público.
Es el caso del cementerio donde fue enterrado San Pablo, después de su martirio. Él queda a 7 kilómetros al sur del Vaticano.
La necrópolis fue descubierta durante excavaciones realizadas entre 1917 y 1918. El descubrimiento trajo a la luz uno de los mejores testimonios sobre la sociedad romana de los primeros siglos del cristianismo.
Cristina Carta, arqueóloga que conoce bien el cementerio, interpreta el descubrimiento:
«Por el modo como fueron construidas las tumbas, se puede ver que pertenecían a personas de clase media y baja. Cada nicho tenía un costo diferente y los que se aparecían más en la calle eran, los más caros porque eran vistos. Este era un modo de hacer notar la clase social del difunto, su status social».
En algunas de esas tumbas todavía son conservados frescos en buen estado. Gracias a las inscripciones en ellos contenidas, es posible conocer también la identidad de los difuntos.
Allí están enterrados jóvenes y ancianos y también los «libertos», famosos esclavos que eran puestos en libertad por sus dueños. Por la riqueza de sus tumbas se puede deducir que algunos de ellos consiguieron hacer buena fortuna.
San Pablo también fue enterrado en esa necrópolis que está localizada en una zona situada entre Roma y Ostia, el puerto que servía a la Ciudad Eterna que ra en ese entonces la «capital del mundo».
«La sepultura de San Pablo fue aquí, un lugar donde ya existía esta gran necrópolis. Ellas eran siempre hechas fuera de las murallas de Roma. Y era así que indicaba la ley de las 12 tablas del Derecho Romano. El entierro y la incineración eran cosas prohibidas de ser hechas dentro de las ciudades», afirma Cristina Carta.
Así como ocurrió con San Pedro, el sepulcro de San Pablo se convirtió en un centro de peregrinación. Sobre su tumba se construyó una Basílica: la de San Pablo Extramuros, que los Papas visitan cada 25 de enero.
Fue en esa Basílica que Juan XXIII anunció el Concilio Vaticano II.
Este lugar puede ser visitado en los próximos meses del Año Jubilar. Para ello se debe hacer una previa reserva. (JSG)
De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Rome Reports
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