Ciudad de México (Viernes, 18-03-2016, Gaudium Press) El viernes previo a la Semana Santa, conocido como el «Viernes de los Dolores», existe una especial tradición para recordar los siete dolores que experimentó la Virgen María durante la vida de Jesús. Ella es el «Altar de Dolores», la cual hace poco parecía estar llamada al olvido.
Gracias a la solicitud de un sacerdote de la Arquidiócesis de México la devoción ha sido retomada por 20 de los 48 templos del Centro Histórico de Ciudad de México, los cuales este viernes 18 de marzo colocarán el Altar y conformarán un circuito para que los fieles vivan con mayor piedad esta solemnidad.
Virgen de los Dolores, Convento de la Concepción, Ubeda, España / Foto: Gaudium Press. |
La tradición consiste en disponer un altar a la Madre de Dios el viernes previo a la Semana Santa, teniendo siempre en cuenta los siete dolores que durante la vida de Jesús experimentó María: La profecía del anciano Simeón, la huida a Egipto, el Niño Jesús perdido en el templo, María encuentra a Jesús cargando con la Cruz, la Crucifixión, María recibe en sus brazos el cuerpo de su difunto hijo y la sepultura de Jesús.
En el altar están presentes varios elementos y signos. El más importante es la venerada imagen de la Virgen María en su advocación de la Dolorosa, la Piedad, de la Soledad o de las Angustias. Si es en bulto, ella va finamente vestida de negro y en muchos casos se representa en ella un corazón traspasado.
En el altar también se destacan las flores, que habitualmente son de color morado para representar la tristeza, así como aguas de diferentes colores: blanco, para representar la pureza de María; verde, que significa la esperanza de la Virgen en la resurrección de Jesús; anaranjado, que evoca el atardecer del Calvario durante la crucifixión; y rojo, para simbolizar la sangre derramada por Nuestro Señor.
Adicionalmente, se incluyen semillas germinadas que son sembradas en macetas al iniciar la Cuaresma. Estas semillas son normalmente de trigo, chía y cebada, y representan la nueva vida que Jesús participa al mundo, así como la Sagrada Eucaristía en la que Él se hace presente. También se pueden incluir uvas, que representan al vino que se convierte en la Sangre de Cristo durante la consagración Eucarística.
En algunos altares también se incluyen varios elementos de la Pasión de Nuestro Señor, como es la corona de espinas, los clavos, el martillo, la esponja, el letrero con el INRI, la lanza, entre otros, que son situados a los pies del altar.
La Devoción a la Virgen Dolorosa data del siglo XIII por iniciativa de la Orden de los Siervos de María, quienes acostumbraban a colocar un Altar con la Virgen Dolorosa el viernes previo a la Semana Mayor. El altar tenía un gran significado para la Colegiata de Guadalupe que contaba con un monumento permanente para la Virgen Dolorosa y celebraba un oficio especial el día de su festividad -el Viernes de los Dolores-, ocasión en el que se entonaba el ‘Stabat Mater’ -«Estaba la Madre»-, que es un canto atribuido al Papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi, con el cual se medita el sufrimiento de María y es ofrecido a Ella como desagravio a sus dolores.
Dos son las festividades dedicadas a la Virgen Dolorosa: el Viernes de los Dolores, que es el viernes anterior al Domingo de Ramos, y la festividad oficial el 15 de septiembre, instituida como tal por el Papa Pablo VI.
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Con información de SIAME.
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