Ciudad del Vaticano (Martes, 22-03-2016, Gaudium Press) El domingo, 20 de marzo, con las ceremonias del Domingo de Ramos, la Iglesia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén.
El Papa Francisco, en homilía hecha en la ocasión, trató de la aniquilación y humillación de Nuestro Señor, cuando habló de los momentos de la Pasión de Cristo.
Millares de fieles participaron de la Misa que fue precedida por la tradicional procesión en la Plaza S. Pedro que estaba decorada con cerca de diez mil plantas variadas. Comenzaron, así las celebraciones de la Semana Santa en este año 2016.
Aniquilación, humillación, burlas, indiferencia…
Francisco comenzó por referirse al entusiasmo del recibimiento hecho al Señor con ramos de palmas y olivos y que todos los fieles repitieron en la Plaza de S. Pedro acogiendo a Jesús que «desea entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas» -dijo Francisco- un Jesús que «nos salva de las amarras del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza».
Jesús nos enseña el camino a seguir con un primer gesto: el del «Lava-Pies» bajando «hasta los pies de los discípulos, como solamente los siervos hacían», recordó el Papa.
Pero esta actitud fue solo el inicio de la humillación por la cual Jesús pasó, recuerda el Santo Padre: en su Pasión, Jesús «es vendido por treinta monedas de plata y traicionado con un beso por un discípulo que escogiera y llamara amigo. Casi todos los otros huyeron y lo abandonaron; Pedro lo reniega tres veces en el patio del Sanedrín. Humillado en el alma con burlas, insultos y salivas, sufre en el cuerpo violencias atroces: los golpes, la flagelación y la corona de espinas tornan irreconocible su aspecto. Sufre también la infamia y la inicua condenación de las autoridades, religiosas y políticas: es hecho pecado y reconocido injusto. Después, Pilatos lo envía a Herodes, y este lo devuelve al gobernador romano: mientras le es negada toda la justicia, Jesús siente en la propia piel también la indiferencia, porque nadie quiere asumir la responsabilidad de su destino».
De las alabanzas a los gritos de condenación
Francisco recordó que en el camino de la Pasión de Cristo, la multitud que lo aclamara «cambia las alabanzas por un grito de condenación».
Jesús, sin embargo, «reza y se entrega: Padre, en tus manos entrego mi espíritu».
El Papa afirmó que somos llamados a escoger el camino de Jesús, «el camino del servicio, de la donación, del olvido de nosotros mismos», contemplando en esta Semana Santa la «Cátedra de Dios»
Invitación
«Os invito en esta semana a contemplar la ‘Cátedra de Dios’, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama.»
Fijemos la mirada en Jesús -dijo el Papa en la conclusión de su homilía y «pidamos la gracia de comprender algo de su aniquilación por nosotros; reconozcámoslo Señor de nuestra vida y respondamos a su amor infinito con un poco de amor concreto. » (JSG)
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