Ciudad del Vaticano (Martes, 29-03-2016, Gaudium Press) Ayer lunes, luego del Domingo de Pascua, denominado «Lunes del Ángel, el Papa Francisco recitó, por primera vez en el actual tiempo Pascual, el ‘Regina Coeli’, la oración mariana que substituye la oración del Ángelus, desde el domingo pascual hasta la Fiesta de Pentecostés.
Fue la ocasión para que el Santo Padre pudiese decir que «nuestros corazones todavía están repletos de la alegría pascual»: «¡La vida venció la muerte. La Misericordia y el amor vencieron el pecado!»
Y también fue ocasión para que el Papa insistiese en la necesidad «de fe y de esperanza para abrirse a este nuevo y maravilloso horizonte. Y nosotros sabemos que la fe y la esperanza son un don de Dios, y debemos pedir a Él: ‘¡Señor, dadme la fe, dadme la esperanza! ¡Precisamos tanto!’ Dejémonos invadir por las emociones que resuenan en la secuencia pascual: ‘Sí, estamos seguros: Cristo resucitó verdaderamente. Él está vivo en medio de nosotros'».
Resurrección, fuente de conversión y camino nuevo
Para Francisco, «esta verdad marcó indeleblemente las vidas de los Apóstoles que, después de la resurrección, sintieron nuevamente la necesidad de seguir a su Maestro y, recibido el Espíritu Santo, salieron sin miedo a anunciar a todos lo que habían visto con sus propios ojos y experimentado personalmente».
Y continuó el Papa con palabras de incentivo a los fieles: «Si Cristo resucitó, podemos mirar con ojos y corazones nuevos a todos los eventos de nuestra vida, hasta incluso aquellos más negativos. Los momentos de oscuridad, de fracaso y pecado se pueden transformar y anunciar un camino nuevo. Cuando llegamos al fondo de nuestra miseria y de nuestra debilidad, Cristo resucitado nos da la fuerza para levantarnos». «El Señor crucificado y resucitado es la plena revelación de la misericordia presente y activa en la historia. Este es el mensaje pascual que aún resuena hoy y que va resonar en todo el tiempo de la Pascua hasta Pentecostés».
Esperanza nacida en la Fe de María
María permaneció de pie junto a la Cruz, no se abatió o se dobló delante del supremo dolor de ver a su hijo muerto. Ella solo esperó y su Fe en la Resurrección la tornó más fuerte todavía. Francisco comentó:
«En su corazón dilacerado de madre permaneció siempre encendida la llama de la esperanza. Pidamos a Ella que también nos ayude a aceptar plenamente el anuncio pascual de la Resurrección, para encarnarlo en la realidad de nuestras vidas diarias».
Y el Papa así concluyó las palabras de la recitación del primer Regina Coeli de este tiempo Pascual:
«Que la Virgen María nos dé la certeza de la fe que, cada paso sufrido de nuestro camino, iluminado por la luz de la Pascua, se tornará bendición y alegría para nosotros y para los otros, especialmente para aquellos que sufren por causa del egoísmo y la indiferencia». (JSG)
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