jueves, 21 de noviembre de 2024
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Pascua: "Fiesta de la vida", ella se contrapone a la eutanasia y al suicidio asistido, proclama Obispo de Coimbra

Coimbra – Portugal (Miércoles, 30-03-2016, Gaudium Press)  En la Sede Nueva de Coimbra, Mons. Virgílio Antunes, obispo de Coimbra, durante su homilía del Domingo de Pascua estableció una relación «fuerte y actual» del «mensaje» entre la Pascua y las discusiones sobre «eutanasia y suicidio asistido», una vez que la Pascua es «fiesta de la vida de Cristo y de la vida de los hombres».

Mons. Virgílio, citando la Nota Pastoral ‘Eutanasia: ¿qué está en causa? Contribuciones para un diálogo sereno y humano’, del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, afirmó:

«A la luz de la pasión y muerte del Señor, toda la vida humana tiene sentido y tiene valor, pues toda ‘la vida humana es siempre merecedora de protección, porque es un bien en sí misma y porque está dotada de dignidad en cualquier circunstancia'».

En el texto de su homilía que fue distribuido a la Prensa, el Obispo de Coimbra, a partir del documento del episcopado, afirma que no es por el hecho de la vida de alguien estar «impregnada por el sufrimiento o en situaciones de total dependencia de los otros, que deja de tener sentido o pierde dignidad».

Todavía citando la nota pastoral del episcopado de Portugal, Mons. Virgílio Antunes, observó que, a la simple luz de la razón, se puede igualmente afirmar que el «valor intrínseco de la vida humana, en todas sus fases, está profundamente enraizado en la cultura y tiene, innegablemente, la marca judaico-cristiana».

La vida tiene un valor eterno

Desde el púlpito de la Sede Nueva de Coimbra, D. Virgílio Antunes refirió que con los apóstoles, «testigos de las señales de la resurrección», todos son «invitados a predicar al pueblo».

Y el Prelado enseñó que cuando existe afección por las «cosas de la tierra» no parece prioritario anunciar el Evangelio del Resucitado y, en esa altura, se proclama «simplemente la necesidad de mejorar las condiciones materiales y espirituales de la vida humana», dijo Mons. Virgílio que continuó enseñando en su prédica:

«El modo como Jesús se presenta, las actitudes que toma, la totalidad de su persona, muestran algo que no pasa desapercibido a sus discípulos y que les aparece como algo verdaderamente arrebatador: No sirve vivir de cualquier manera, no tiene el mismo valor estar en la vida de cualquier forma, sino la vida tiene siempre un valor eterno».

Para que todos vivan: Muere uno

El obispo acentuó que la resurrección de Jesús se constituyó en la «prueba del poder de Dios», que es «amor a favor de la vida»:
«Grande paradoja del amor divino permitir que muera uno para que todos vivan, a testiguar que estaba dispuesto a pasar por el sufrimiento mayor para que no se perdiese ninguno de aquellos que amaba y que ama con amor eterno. «

Las palabras del Obispo dan continuidad a su pensamiento en la Vigilia Pascual, cuando él afirmó que al «contrario de las vanas glorias de los hombres» que se centran en sí mismos, «se exaltan y se promueven delante de los otros hombres», Dios se vuelve a las personas por quien «pierde todo, se da y se pone al servicio».

Para Mons. Virgílio, «esta radical inversión de proyectos y objetivos da origen a nuevos ideales de vida y hace cambiar perspectivas y caminos, sueño que sentimos ser tan necesario en nuestro tiempo, en la Iglesia y en la sociedad en que vivimos». Una vez que, según el obispo, «todo» lo que se hace en favor de los otros, «para que sean felices, sientan la fuerza de la esperanza, se sientan amados y consolados en sus tribulaciones», glorifica a Dios y «ennoblece la humanidad» de cada persona. (JSG)

 

 

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