Ciudad del Vaticano (Miércoles, 06-04-2016, Gaudium Press) En la Audiencia General de hoy en la Plaza de San Pedro, y en una mañana primaveril, soleada, el Papa Francisco ha iniciado una serie de reflexiones sobre como el Señor Jesús ha llevado la misericordia a la plenitud. El miércoles de la semana pasada el Pontífice concluyó su serie sobre la manifestación de la misericordia en el Antiguo Testamento.
«Después de reflexionar sobre la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento, iniciamos a meditar ahora como el Señor la ha llevado a su plenitud. Todo el Evangelio es una muestra de ese amor puro, gratuito y absoluto que llega a culmen con el Sacrificio de la Cruz», dijo el Papa en el resumen en lengua española de su mensaje.
En su mensaje en italiano, el Pontífice anunció que Jesús es la Misericordia de Dios hecha carne, misericordia que siempre comunicó en su vida terrenal, cuando anunciaba el Evangelio, curaba a los enfermos, se acercaba a los últimos y perdonaba a los pecadores. Un amor que alcanzó su punto culminante con el sacrificio de la Cruz.
Al mezclarse con el pueblo en el río Jordán para recibir el bautismo de Juan, el Señor inicia un programa que se puede resumir en el amor de Dios que salva. «¡El Hijo enviado por el Padre es realmente el inicio del tiempo de la Misericordia para toda la humanidad!», exclamó Francisco.
Entretanto, claramente se puede contemplar la misericordia del Señor cuando se le considera en lo alto de la Cruz, víctima inocente por todos nosotros pecadores, un Jesús que suplica al Padre que perdone a los responsables porque no saben lo que hacen.
La Cruz de Jesús nos debe inspirar confianza, para que nos acerquemos a Dios sin temor de confesarnos pecadores.
El Pontífice concluyó su palabras invitando a que en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de hacer experiencia del poder del Evangelio de la Misericordia que trasforma, que nos hace entrar en el corazón de Dios y que nos vuelve capaces de perdonar.
Con información de Radio Vaticano
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