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Ciudad del Vaticano (Viernes, 08-04-2016, Gaudium Press) En la homilía que Francisco hizo ayer en la Misa celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta él afirmó que son los santos de la vida cotidiana y los mártires de nuestros días los que llevan adelante la Iglesia con su coherencia y corajudo testimonio de Jesús Resucitado, gracias a las obras del Espíritu Santo.
La primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles habla del coraje de Pedro que después de la cura del lisiado anunció la Resurrección de Jesús delante los jefes del Sanedrín.
Ellos se enojaron y su furia hizo que quisiesen llevarlo a la muerte. Y hasta tomaron providencias para que esto sucediera.
Los discípulos de Cristo habían sido prohibidos de hacer predicación en nombre de Jesús, sin embargo continuaban proclamando la buena nueva del Evangelio.
«La coherencia entre la vida y aquello que vimos y oímos es precisamente el inicio del testimonio» – dijo el Santo Padre recordando también que «sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano. Porque el testimonio cristiano, la vida cristiana es una gracia, es una gracia que el Señor nos da con el Espíritu Santo».
Francisco dijo que en nuestros días el testimonio también puede llevar al martirio: «Es el testimonio de nuestros mártires de hoy» «perseguidos, ellos tienen el coraje de confesar a Jesús hasta el momento de la muerte».
Porque toman la vida «en serio», los mártires y los santos de la vida cotidiana dan testimonio cristiano, afirmó el Santo Padre. Y estos son los pensamientos que los impulsan a ir adelante en su testimonio: «no puedo hacer mal al otro, yo no puedo engañar, yo no puedo vivir una vida por la mitad».
Para concluir su homilía, Francisco afirmó que esos «Son los santos de todos los días», «la sangre viva de la Iglesia; estos son aquellos que llevan la Iglesia adelante, los testigos…» (JSG)
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