Aparecida (Miércoles, 13-04-2016, Gaudium Press) El Arzobispo de Fortaleza y presidente de la regional Nordeste 1 de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB), Mons. José Antônio Aparecido Tosi Marques, reflexionó -en la misa de apertura de los trabajos del séptimo día de la 54ª Asamblea General de la entidad- sobre la liturgia de este martes 12, que recuerda el martirio de San Esteban, y cuando Jesús se presenta como el pan de la vida.
«Esa la misión que aquí también nos reúne, de la vida donada, de la oblación de sí por amor. Así fue siempre en la vida de la Iglesia. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Hoy, también hermanos y hermanas nuestros, en el seguimiento de Jesús, dan la vida por amor y soportan el sacrificio de tantas formas, también hasta la muerte. Esa sangre derramada es fecunda, con ella se construye el reino del amor, que es más fuerte que la muerte. La búsqueda de la plena vida para todos pasa por ese don de la vida», afirmó Mons. José Aparecido.
Según el prelado, «el amor que da verdadera vida está en el don de sí hasta el extremo, sin límites, en sacrificio, oblación de sí. De este don, que llega a consumarse en la cruz, es que viene la vida, la resurrección, expresión de la plenitud del reino de Dios».
En seguida, explicó que la plenitud ocurrirá en el modo nuevo de vivir el don de sí, de pagar con el precio de la propia vida, en la victoria sobre la indiferencia, sobre el egoísmo, de la vida para todos, del bien común, de la más real solidaridad con la humanidad.
«Esta será la nueva ley, aquella escrita en los corazones, que tornará la realidad un mundo, las cosas todas hechas nuevas conforme el proyecto misericordioso de Dios», dijo.
El camino de la verdadera realización humana mostrado por Jesús, prosigue el Arzobispo, pasa por la transformación del corazón, de las intenciones, con todas sus consecuencias en los gestos de la vida. «Nace, así, una nueva sociedad del amor, de la comunión de todos en el don, en la búsqueda del bien para todos que comen del mismo pan y beben del mismo vino, cuerpo y sangre del Señor, su amor al extremo entran en la realización plena de la humanidad en Dios».
«Su sacrificio de entrega por amor, perpetuado como memorial, nueva y eterna alianza, será la presencia sacramental, don de gracia, escuela del verdadero amor, de la misericordia, del perdón, de la comunión», agregó.
Al concluir su homilía, Mons. José Antônio Aparecido deseó que la unión de la Iglesia en Brasil, con los obispos en Asamblea General, busque «en la fuente del Señor resucitado toda la fuerza de su misión evangelizadora y con los hermanos y hermanas laicos y laicas, llamados a ser sal, fermento, luz para el mundo, poder testimoniar la caridad del Señor de mil formas, en gestos concretos, el amor dado al extremo y que se vuelca a las necesidades de los hermanos». (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la CNBB
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