Ciudad del Vaticano (Miércoles, 20-04-2016, Gaudium Press) Martes, 19 de abril, conmemoración litúrgica de la fiesta de San Expedito, un soldado mártir romano que posee una cantidad enorme de devotos en todo el mundo, es el «Santo de las causas urgentes».
En la Santa Misa rezada en la mañana de ayer, en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco afirmó a los presentes que «un cristiano que no se deja atraer por el Padre es un cristiano que vive como un huérfano».
«¿Eres tú el Mesías?»
Francisco inició las reflexiones de su homilía con la pregunta que los judíos hacen a Jesús, y que está narrada en el trecho del Evangelio de la liturgia de hoy: «¿Eres tú el Mesías?»
Francisco observó que esta pregunta será repetida varias veces a Jesús por los escribas y fariseos y que ella nace de un corazón ciego.
Una ceguera de fe que el propio Jesús explica: «vosotros no creéis, porque no sois mis ovejas».
Para Francisco, formar parte del rebaño de Dios es una gracia, pero es necesario un corazón disponible:
«‘Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y ellas jamás se perderán. Y nadie va arrancarlas de mi mano’. ¿Esas ovejas estudiaron para seguir a Jesús y después creyeron? No. ‘Mi Padre, que me dio estas ovejas, es mayor que todos’. Es propiamente el Padre que da las ovejas al pasto. Es el Padre que atrae los corazones para Jesús».
Huérfanos duros de corazón
Los escribas y fariseos ven las obras realizadas por Jesús pero se niegan a reconocer en Él al Mesías: es dureza de corazón.
Una dureza que tiene continuidad y se transforma en «un drama», que «va adelante hasta el Calvario».
Una dureza de corazón que prosigue inclusive después de la Resurrección, cuando sugieren a los soldados que vigilaban el sepulcro para que digan que estaban durmiendo y, así, atribuir a los discípulos el robo del cuerpo de Cristo.
Ni incluso el testimonio de quien asistió a la Resurrección los hizo cambiar de idea. «Son huérfanos», reiteró Francisco, «porque renegaron a su Padre»:
«Estos doctores de la ley tenían el corazón cerrado, se sentían dueños de sí mismos y, en realidad, eran huérfanos porque no tenían una relación con el Padre. Hablaban, sí, de sus Padres – nuestro Padre Abraham, los Patriarcas… – hablaban, pero como figuras distantes. En sus corazones eran huérfanos, vivían en el estado de huérfanos, en condiciones de huérfanos, y preferían eso a dejarse atraer por el Padre. Y este es el drama del corazón cerrado de estas personas».
Tenemos un Padre, no somos huérfanos
El Papa recuerda la Primera lectura del día y apunta la importancia de dejarse atraer por Dios. Eso se percibe con la noticia que, entonces, llegaba de Jerusalén: muchos paganos se abrían a la fe en Cristo gracias a la predicación de los discípulos.
Los discípulos llevaron la Palabra hasta Fenicia, Chipre y Antioquía donde, en un primer momento, también tuvieron miedo, pero el corazón abierto los guió.
Corazón abierto como el de Bernabé que en Antioquía, no se escandaliza con la conversión de los paganos porque «aceptó la novedad», se «dejó atraer por el Padre por Cristo»:
«Jesús nos invita a ser sus discípulos, pero, para serlo, debemos dejarnos atraer por el Padre en dirección a Él. Y la oración humilde del hijo, que podemos hacer es: ‘Padre, atráeme hacia Jesús; Padre, hazme conocer a Jesús’, y el Padre enviará el Espíritu para abrirnos el corazón y llevarnos hasta Jesús. Un cristiano que no se deja atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive en condición de huérfano; y nosotros tenemos un Padre, no somos huérfanos». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Radio Vaticano)
Deje su Comentario