La Paz (Martes, 26-04-2016, Gaudium Press) Los Obispos de Bolivia, «urgidos por el amor de Cristo que siempre nos impulsa a trabajar por la vida y la dignidad humana», emitieron recientemente una Carta Pastoral en la cual denuncian los graves males de la drogadicción y el narcotráfico, la cual motivó nuevas críticas por parte de las autoridades locales y del Presidente del país. A pesar de la respuesta negativa del gobierno, la posición de los Obispos persiste en su denuncia de las realidades de «violencia, corrupción, engaño, injusticias y muerte» ligada al tráfico de drogas.
La Carta Pastoral advierte que la adicción a las drogas «tiene implicaciones existenciales, personales y sociales que afectan el sentido de la vida y dañan la propia dignidad humana de las personas víctimas de este mal y su entorno» y calificó el narcotráfico como » un crimen contra la
humanidad que hiere a la persona, genera violencia, muerte y desintegración familiar, y desestructura la sociedad, distorsiona la economía y genera la cultura de la ilegalidad y de la corrupción».
Los prelados señalan la relación del mal de las drogas con «la situación de pesimismo, el sinsentido de la vida y la ceguera para captar los valores trascendentes en nuestra sociedad», para la cual la solución se encuentra en la «alegría de la Buena Noticia» que aún no ha podido sido ser sembrada en los corazones. La difícil realidad no puede tener como respuesta la claudicación. «Si frente a problemas sociales tan devastadores como las drogas y el narcotráfico solo tenemos una resignación claudicante como reacción, es como si ya nos hubiéramos rendido a nuestra propia destrucción», advirtieron los Obispos.
Los prelados reconocieron la neutralidad moral de la planta de coca y del uso medicinal tradicional propio de la cultura boliviana ancestral, pero aclararon que » quien se dedica a cultivarla para la producción de la cocaína es parte de la cadena del narcotráfico y tiene una responsabilidad ética y penal ineludible». Además, este mal tiene graves consecuencias espirituales: «El narcotráfico es un grave pecado… es una rebelión contra Dios en cuanto idolatra el poder y la riqueza; es un crimen contra la humanidad en cuanto esclaviza a otros seres humanos recurriendo incluso a la violencia y la muerte, y atenta contra la creación por la destrucción y desolación que deja a su paso. El narcotráfico es pecado porque rechaza el amor de Dios».
Los Obispos renovaron su compromiso en la prevención, atención a los adictos y a los reclusos y en la promoción de una vida vivida de manera digna, y solicitaron a las autoridades el cumplimiento de su deber, » con apego pleno a las normas, con conciencia moral, valentía, firmeza y ecuanimidad» y resistir a la tentación de corrupción que «hace vana y estéril la lucha en contra del narcotráfico». «Encomendamos esta ardua y común tarea a la protección de la Virgen María, nuestra Madre, para que interceda ante el Dios de la vida y de la misericordia y acompañe a nuestro país en esta lucha difícil contra estas manifestaciones del mal», concluyeron.
Con información de Conferencia Episcopal Boliviana
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