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Ciudad del Vaticano (Sábado, 30-04-2016, Gaudium Press) El Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, pronunció un discurso ante los participantes del IV Curso de formación de los capellanes militares en el Derecho Internacional Humanitario realizado en Roma, Italia. Sus palabras destacaron la importancia misionera de los ordinariatos militares, particularmente cuando trabajan en regiones bajo la jurisdicción de este Dicasterio.
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| Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Foto: Da Minh Viet Nam |
Los ordinariatos militares realizan «una presencia y una actividad que encaja perfectamente con el propósito misionero de nuestro Dicasterio», expresó el purpurado, quien destacó elementos como la movilidad y las peculiaridades del entorno militar que se asemejan a las zonas de misión. De hecho, seis ordinariatos militares dependen de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos: Corea del Sur, Indonesia, Kenia, Sudáfrica, Uganda y Nueva Zelanda.
En ninguno de estos casos «se ha firmado un acuerdo formal con los gobiernos respectivos para la asistencia espiritual de las fuerzas armadas», por lo que el apostolado entre los militares está sujeto a «la incertidumbre de las cambiantes situaciones socio-políticas que se puedan producir». Estas jurisdicciones misioneras se diferencian en este sentido de las que en otros países están amparadas por concordatos y acuerdos y se sostienen con recursos de las Iglesias locales.
Los ordinariatos militares en regiones de misión son reducidos en número debido a las circunstancias locales y las condiciones de la relación diplomática de la Iglesia con los diferentes gobiernos. En algunos lugares la ausencia de libertad religiosa podría exponer a la Iglesia de forma que «el poder político pueda utilizar el Ordinariato castrense para ‘domesticar’ y ‘hacer callar’ a la Iglesia y al episcopado», denunció el Cardenal.
Además de esta condición de vulnerabilidad, los ordinariatos militares de zonas de misión tienen una «estructura casi embrionaria» con apenas 170 capellanes militares, seis Obispos de los cuales tres también deben servir gobernando una Sede Arquidiocesana. Los capellanes militares de estas jurisdicciones no tienen grado militar y tampoco se encuentran incardinados en el Ordinariato Militar en el que sirven. Todas estas limitantes contrastan con «la gran convicción que debe animar a la iglesia y el compromiso que debe asumir» para predicar el Evangelio y construir la paz.
Con información de Fides.
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