miércoles, 04 de diciembre de 2024
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Espina bífida no detiene la fe: Sacerdote y acólito sirven a Dios a pesar de la enfermedad

St. Catharines – Singapur (Martes, 31-05-2016- Gaudium Press) Si bien no existe certeza de que el P. Trevor Plug sea el primer sacerdote en la historia en haber sido ordenado a pesar de sufrir una enfermedad en su columna vertebral llamada espina bífida, sus maestros en el Seminario no pudieron hallar un antecedente. Su ministerio, el cual ya ejerce como sacerdote válidamente ordenado, es la muestra de que la fe no encuentra obstáculos para servir a Dios. Su caso se suma al del niño Jeremiah Liauw, un pequeño acólito quien con apoyo de su parroquia consiguió servir como acólito a pesar de la misma enfermedad.

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El P. Trevor Plug y otros tres sacerdotes ordenados junto a su Obispo, Mons. Gerard Bergie.

Sobre el P. Plug, el Obispo de St. Catharines, Canadá, Mons. Gerard Bergie, aclaró a The Catholic Register: «Él está canónica y válidamente ordenado. Puede no estar físicamente perfecto en todas las formas pero puede funcionar en todas la maneras para celebrar la Eucaristía». Una revisión de las normas canónicas sobre las condiciones que impedirían a una persona ser ordenado sacerdote confirma que no existe objeción para que una persona con espina bífida pueda seguir su vocación al sacerdocio.

Un mensaje de esperanza

«Es verdad que no será el típico sacerdote ya que estará en silla de ruedas, pero será tan efectivo como cualquier otro», afirmó el prelado. «Lo que verán es un hombre que ha sido capaz de superar la adversidad (…). Creo que será un signo de esperanza». Para el Obispo, la ordenación del nuevo presbítero es un mensaje de Misericordia, la cual es también curación para todos quienes se encuentran enfermos de diferentes maneras.

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Jeremiah Liauw, el pequeño niño con espina bífida admitido como acólito en Singapur. Foto: Catholic News Singapur.

El P. Plug fue asignado a la parroquia de St. Alfred, en la cual sirvió mientras estudiaba Teología. El sacerdote afirmó haber descubierto en su discapacidad una forma particular como Cristo se entrega a todos, además de conocer sobre el sufrimiento. «El sufrimiento no es nunca inherentemente un bien», afirmó. «Usted debe ser capaz de abrazarlo con la gracia de Dios».

A miles de kilómetros de distancia, un pequeño niño realizó su propio esfuerzo para vencer la discapacidad y servir a Dios en el altar, esta vez como acólito. Para poderlo hacer, su parroquia decidió apoyarlo y construir una rampa para que pudiera subir las escaleras del presbiterio y ocupar un lugar cerca del altar. Durante el ofertorio de la Eucaristía del pasado 14 de mayo en la Iglesia de la Divina Misericordia en Singapur, Jeremiah Liauw pudo llevar el agua para purificar las manos del sacerdote. Su pequeña participación fue un significativo logro.

«Realmente me sentí emocionado y nervioso a la vez», comentó Liauw a Catholic News Singapur. «Siempre he querido ser un acólito desde el día que los vi junto al altar». El párroco local, P. Johnson Fernández invitó al pequeño a servir y pidió a la comunidad colaborar para hacerlo posible, tras lo cual los feligreses instalaron la rampa en el presbiterio. Los padres de Liauw agradecieron todos estos gestos y afirmaron que los sacerdotes de la parroquia «nos han apoyado mucho y no podemos agradecerles lo suficiente».

Con información de The Catholic Register y Catholic News Singapur.

 

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