Ciudad de México (Miércoles, 01-06-2016, Gaudium Press) Es signo de reconocimiento, y expresión del amor del Pontífice hacia la Madre de Dios: La Rosa de Oro, por siglos, ha sido considerada una alta distinción, la misa que hace 50 años recibió la Virgen de Guadalupe como regalo singular del Papa Pablo VI.
El acontecimiento ocurrió en la tarde del 31 de mayo de 1966, día en que la Iglesia celebra la Solemnidad de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. La entrega fue dispuesta por el propio beato Pontífice el 25 de marzo de ese año, quien bendijo la Rosa en el llamado Domingo del «Laetare» en la Capilla Sixtina.
El Papa Pablo VI unge la Rosa de Oro que también otorgó a la Virgen de Aparecida en Brasil. |
El Papa encargó la entrega al Cardenal Carlo Confalonieri, entonces Decano del Colegio Cardenalicio, quien la llevó al Santuario Guadalupano. A él el Pontífice pidió transmitir, a través del don de la flor de oro, su cercanía al pueblo mexicano que tanto amor ha expresado a la Madre de Dios, confiando también sus oraciones por México y por el continente americano.
El Beato Pablo VI, a travéz de un radiomensaje, manifestó: «Ante el altar de ese Santuario, nuestro dignísimo Cardenal Legado hace la ofrenda de la Rosa de Oro, regalo pontificio otrora frecuente a las potestades de la tierra, como premio de la Santa Sede por sus benemerencias religiosas. Con este obsequio, como dijimos al bendecirlo en la Capilla Sixtina, hemos querido honrar la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y premiar la fe y la devoción mariana del Pueblo mexicano».
Luego, prosiguió: «En los pétalos de esta Rosa van ya nuestro mensaje y nuestra oración. Sin embargo no hemos podido resistir al impulso de Nuestro corazón que tanto os ama y henos aquí, peregrino espiritual en alas de las ondas de la Radio, para rezar con vosotros y con vosotros alabar a María. ¡Cómo nos gozamos de mezclar Nuestra voz a la vuestra en el canto de gloria que hoy se eleva a la Madre de Dios, a la Patrona de México y de América! Un día resonaron las montañas de Judea con la voz del himno misterioso y profético: ‘Me llamarán bienaventurada todas las generaciones’. ¡Qué bien se cumple el anuncio en la colina del Tepeyac!».
Al concluir el radiomensaje, el Papa expresó: «Amadísimos Mexicanos: vuestra mirada se posa en María, flor sin espinas, azucena inmaculada, lirio de los valles, rosa mística. Obra maestra del Creador está Ella en la cumbre de la perfección humana y es la criatura más próxima a Dios. Constituida por Cristo Nuestro Señor Madre espiritual de la Iglesia, es al mismo tiempo el ser más cercano a la humanidad con cuya historia de salvación está íntimamente vinculada. Veneradla, amadla siempre. Que Ella os bendiga y obtenga a México las gracias que por su intercesión imploramos del Cielo con Nuestra Bendición Apostólica».
Pablo VI, durante su Pontificado, también concedió Rosas de Oro a Nuestra Señora de Fátima en Portugal y a la Virgen de Aparecida, en Brasil.
En 2013 la Guadalupana recibió otra Rosa de Oro, esta vez por parte del Papa Francisco con ocasión del Congreso Mariano «Nuestra Señora de Guadalupe, estrella de la nueva evangelización en el Continente Americano».
La Rosa de Oro es un sacramental que bendice el Papa y es concedido a santuarios, especialmente a los marianos. Antiguamente también era conferida como distinción a católicos destacados de la realeza o de los gobiernos. Fue creada en 1049 por León IX.
Con información de SIAME, Vatican.va y Catholic.net.
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