Ciudad del Vaticano (Jueves, 02-06-2016, Gaudium Press) En la primera meditación que el Papa realizó a los seminaristas y sacerdotes de todo los rincones de la tierra, que participan del Jubileo de los Sacerdotes, el tema fue «El sacerdote como ministro de la misericordia». El Jubileo de los Sacerdotes inició el 1 de junio en Roma y concluirá el 3 de junio con la celebración Eucarística presidida por el Santo Padre en el día del 160° Aniversario de la institución de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en la Plaza de San Pedro.
En su primera meditación el Obispo de Roma recordó que «la misericordia es tanto el fruto de una ‘alianza’ como un ‘acto’ gratuito de benignidad y bondad que brota de nuestra psicología más profunda y se traduce en una obra externa». Existe la misericordia de Dios hacia los hombres, y la misericordia de los hombres hacia otros, inspirada por la gracia divina.
«Nada ilumina más la fe que el purgar nuestros pecados y nada más claro que Mateo 25, y aquello de «Dichosos los misericordiosos porque alcanzarán misericordia» (Mt 5,7), para comprender cuál es la voluntad de Dios, la misión a la que nos envía. A la misericordia se le puede aplicar aquella enseñanza de Jesús: «Con la medida que midan serán medidos» (Mt 7,2). La misericordia nos permite pasar de sentirnos misericordiados a desear misericordiar. Pueden convivir, en una sana tensión, el sentimiento de vergüenza por los propios pecados con el sentimiento de la dignidad a la que el Señor nos eleva. Podemos pasar sin preámbulos de la distancia a la fiesta, como en la parábola del Hijo Pródigo, y utilizar como receptáculo de la misericordia nuestro propio pecado. La misericordia nos impulsa a pasar de lo personal a lo comunitario. Cuando actuamos con misericordia, como en los milagros de la multiplicación de los panes, que nacen de la compasión de Jesús por su pueblo y por los extranjeros, los panes se multiplican a medida que se reparten».
El Pontífice sugirió a los sacerdotes detenerse a meditar sobre el aspecto de la misericordia que más los haya tocado; pensar en cuál es el punto en que la misericordia de Dios se debe ejercer especialmente sobre cada uno; y pedir a Dios la gracia de ser cada día más misericordiosos.
Con información de Radio Vaticano
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