Arlington (Viernes, 03-06-2016, Gaudium Press) Mons. William Lori, Presidente del Comité Ad Hoc sobre Libertad Religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, presentó un discurso en la inauguración de la Universidad de la Divina Misericordia en Arlington, Virginia, el pasado 19 de mayo. Sus palabras criticaron duramente las presiones estatales en contra de la conciencia de las instituciones religiosas a través de normas como el llamado mandato antinatalista.
Mons. William Lori, Presidente del Comité Ad Hoc sobre Libertad Religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Foto: Arquidiócesis de Baltimore. |
«Sólo porque esta persecución ‘educada’ no es sangrienta, no deberíamos imaginar que no tiene víctimas», expresó el prelado al referirse al actual intento de exclusión de la fe en las escuelas públicas, políticas del gobierno, leyes y decisiones judiciales. La práctica de la Misericordia por parte de la Iglesia no significa un menor testimonio, ni una ilusión sobre las condiciones reales. «La Misericordia no tiene que ver con hacer que el bien y el mal sean intercambiables o sólo un asunto de opinión», aclaró. «La Misericordia sin verdad es un engaño cruel y la misericordia sin amor es una sombra de sí misma».
Mons. Lori hizo un llamado a la solidaridad con los creyentes que padecen persecución cruenta alrededor del mundo, particularmente en Oriente Medio, donde destacó la labor de la Iglesia en ayuda de las víctimas. De igual modo destacó las heridas a la libertad en Occidente, donde el concepto de libertad es abusado hacia el libertinaje y la marginación de Dios. Incluso entre los creyentes católicos existe la tentación de no dar el lugar que Dios merece y esto se expresa en datos como los porcentajes de participación asidua en la Eucaristía.
El prelado se refirió entre los desafíos a las estructuras de pecado presentes en la sociedad y los ataques a las «estructuras intermedias» que ayudan al desarrollo integral de los seres humanos. «Estas incluyen sobre todo a la familia, que debería ser la primera escuela de bondad, virtud, oración y misericordia», pero también a las instituciones católicas como las parroquias, escuelas, universidades y agrupaciones. «Es en estas instituciones y configuraciones más pequeñas y locales que nuestra libertad se ejerce, la virtud es obtenida y las personas hallan su propia dignidad», explicó.
«Sin embargo, estas son las mismas instituciones que están bajo ataque hoy. Sólo tenemos que pensar sobre la redefinición arbitraria del matrimonio y la familia o las políticas de bienestar contrarias a la familia», agregó. Si estas instituciones desaparecen o pierden su identidad para ceder al control oficial, la sociedad misma pierde su personalidad y su misericordia. «De esta forma, luchar por defender la libertad religiosa no es meramente un asunto de política y ley; es, en realidad, parte de la lucha por crear las condiciones en las cuales la Misericordia de Dios puede tocar el interior de los corazones de las personas que son arrastradas por la rápida corriente de la cultura contemporánea».
Con información de Cardinal Newman Society y Arquidiócesis de Baltimore.
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