Roma (Lunes, 13-06-2016, Gaudium Press) El sacerdote redentorista surafricano P. Cyril Axelrod es un ejemplo de cómo la gracia de Dios no conoce límites ni discapacidades. Nacido sordo y después de perder su vista hace 16 años presidió una sesión de preguntas y respuestas en un templo de Roma con motivo del Jubileo de los Enfermos y Discapacitados.
P. Cyril Axelrod. Foto: Camino Católico. |
Para poder atender las preguntas de un auditorio compuesto por católicos con sordera y sus familias, el P. Axelrod empleó la versión táctil del lenguaje de signos. Los presentes le expresaron preocupaciones sobre la adecuada recepción del catecismo, la idoneidad de los discapacitados para recibir Sacramentos o malas experiencias con miembros de la Iglesia carentes de entrenamiento para la pastoral de las personas con discapacidad.
«Jesús es un regalo para todos», expresó el sacerdote sobre la posibilidad de acceder a la Eucaristía en caso de sordera, según informó Catholic News Service. «No se preocupen por las palabras (…) ¡Dénle a los niños la Santa Comunión!». El sacerdote insistió en la posibilidad de recibir una adecuada preparación a pesar de las condiciones particulares de los fieles. «La catequesis debe estar disponible para las personas de todas las edades y todas las habilidades» expresó.
La propia vocación del sacerdote, quien se convirtió al catolicismo tras haber sido judío en su juventud, fue inspirada por sus dificultades para participar en la vida de la Iglesia. «Sentí con fuerza que ellos (los católicos sordos) necesitaban oír el mensaje de Dios y que yo había sido llamado por Dios para llevar la Buena Noticia a todas las personas», relató. «Mi vocación es ayudar a los sordos a abrir su corazón y ver cuán poderoso es Dios en sus vidas».
En el caso de los niños que padecen sordera, el sacerdote aconsejó sobre todo el ejemplo de los padres, ya que estos niños son especialmente atentos al lenguaje corporal y las expresiones faciales. El P. Axelrod explicó que los niños son capaces de detectar en sus padres los sentimientos de alegría, amor, admiración, pena y gratitud, por cuanto pueden aprender a reconocer la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía y a prepararse apropiadamente para recibirlo. «Usted puede ver cuando ellos entienden que Jesús está allí», declaró. «La alegría está en sus rostros».
Con información de The Catholic Sun.
Deje su Comentario