San Miguel de Tucumán (Viernes, 17-06-2016, Gaudium Press) Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, Argentina, reflexionó durante su exposición en el I Congreso Teológico en San Miguel de Tucumán sobre la idoneidad de recuperar el orden tradicional de los sacramentos de iniciación cristiana de forma que la Confirmación sea recibida antes que la Eucaristía. «Cuando el acceso a la Eucaristía fue permitido a los niños a muy temprana edad, se fue dejando la Confirmación para más tarde», recordó, para afirmar que «no se ve por qué haya que exigir mayores requisitos para la Confirmación que para la primera recepción de la Eucaristía».
Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, Argentina. Foto: Arzobispado de La Plata. |
El Arzobispo indicó que el cambio se produjo en los años sesenta, cuando «se sostuvo tenazmente la opinión de que la Confirmación debía postergarse hasta la adolescencia y esa práctica se extendió bastante». En opinión del prelado no hay objeciones para «recuperar el orden originario y ubicar la Confirmación antes de la Primera Comunión. Tal es el lugar exacto que le corresponde».
No alterar el dinamismo propio de los sacramentos
El cambio del orden de los sacramentos y el distanciamiento de la Confirmación hacia una edad más madura produce, según afirmó el prelado, un cambio de significado del sacramento ya que es visto como «un hacerse cargo personalmente de la condición bautismal» en la madurez. «Nos encontramos aquí en terreno peligroso», advirtió, ya que se convierte «la realidad objetiva del don del Espíritu en una iniciativa del sujeto que profesa la fe ante la comunidad. Para los católicos el ámbito adecuado para una solemne renovación de las promesas bautismales es la Vigilia Pascual. En aquella hipótesis quien se bautiza siendo adulto no necesitaría de la Confirmación».
El rito mismo de la Misa de Confirmación expresa en su lex orandi el orden de estos sacramentos: «Tú, en el Bautismo, das nueva vida a los creyentes, y los haces participar en el misterio pascual de tu Hijo. Tú los confirmas con el sello del Espíritu Santo mediante la imposición de manos y la unción del crisma. Tú invitas a la mesa del banquete eucarístico a quienes han sido renovados a imagen de Cristo, el ungido por el Espíritu Santo y enviado para anunciar la salvación, y los haces testigos de la fe en la Iglesia y en el mundo».
«Es propio del cristiano plenamente formado por el Espíritu Santo participar de la mesa del Señor en la asamblea eucarística. No corresponde alterar el dinamismo propio de la iniciación cristiana y someterlo a dudosos arbitrios pastorales», indicó Mons. Aguer. El Arzobispo también fomentar el adecuado testimonio de los fieles y averiguar las causas de las fallas en este sentido. «Es un asunto de máxima seriedad pastoral averiguar, si fuera posible hacerlo, por qué la mayor parte de los bautizados, una amplísima mayoría, y confirmados muchos de ellos, no participan del culto divino».
Con información de AICA y Arzobispado de La Plata.
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