Ereván (Viernes, 24-06-2016, Gaudium Press) A su llegada a Armenia, en su 14º viaje apostólico, el Papa Francisco habló sobre la fe, característica de ese pueblo.
«La fe en Cristo no ha sido para Armenia como un vestido que se puede poner o quitar en funcio?n de las circunstancias o conveniencias, sino una realidad constitutiva de su propia identidad, un don de gran valor que se debe recibir con alegri?a, y custodiar con atencio?n y fortaleza, precio de la misma vida», afirmó el Pontífice.
El Papa rogó al Sen?or que bendiga a esa nación «por este testimonio luminoso de fe, que muestra de manera ejemplar la poderosa eficacia y fecundidad del bautismo recibido hace ma?s de mil setecientos an?os con el signo elocuente y santo del martirio, que ha sido un elemento constante» en su historia.
Tras ser recibido por el presidente del país, Serzh Sargsyan, el Pontífice pronunció su segundo discurso en esas tierras ante las autoridades civiles y el cuerpo diplomático, recordando0 el llamado genocidio armenio y lamentó que en tales persecuciones del Imperio Otomano las potencias internacionales en esos momentos «miraron para otro lado».
«Aquella tragedia, aquel genocidio, por desgracia inauguró la triste lista de las terribles catástrofes del siglo pasado, causadas por aberrantes motivos raciales, ideológicos o religiosos, que cegaron la mente de los verdugos hasta el punto de proponerse como objetivo la aniquilación de poblaciones enteras», aseveró, y lamentó que «las grandes potencias internacionales miraron para otro lado» durante el genocidio armenio.
«Rindo homenaje al pueblo armenio, que iluminado por la luz del Evangelio incluso en los momentos más trágicos de su historia, siempre ha encontrado en la cruz y en la resurrección de Cristo la fuerza para levantarse de nuevo y reemprender el camino con dignidad», destacó el Papa.
El Papa convocó a aprender de esas terribles experiencias para volver a caer en ellas.
«La Iglesia Católica desea cooperar activamente con todos los que se preocupan por el destino de la humanidad y el respeto de los derechos humanos», afirmó y exhortó a «todos los que confiesan su fe en Dios unan sus fuerzas para aislar a quien se sirva de la religión para llevar a cabo proyectos de guerra, de opresión y de persecución violenta, instrumentalizando y manipulando el santo nombre Dios».
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