Salvador – Bahía (Martes, 28-06-2016, Gaudium Press) La recolocación de los crucifijos y símbolos religiosos en los tribunales y predios del Judicial del estado de Río Grande del Sur, en Brasil, anunciada por medio de una decisión del Consejo Nacional de Justicia (CNJ), se tornó motivo de alegría para muchos católicos del país.
El contento después de esta medida de la CNJ fue de tal tamaño que, en su más reciente artículo, el Arzobispo de Salvador y Primado del Brasil, Mons. Murilo Krieger, comenta a respecto del asunto.
Ya al inicio del texto, Mons. Krieger recuerda el caso que acabó generando bastante repercusión en los noticieros brasileños en 2011. En la época, la retirada de los símbolos religiosos fue una decisión tomada por el Consejo Superior de Magistratura del Tribunal de Justicia del Estado de Río Grande del Sur, alegando a partir del argumento que el Estado es laico.
En seguida, el prelado, vicepresidente de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB), narra que en aquel tiempo, la diocesis de Passo Fundo, más un ciudadano, Sr. Fernando Carrion, recurrieron al Consejo Nacional de Justicia.
Todavía en el mismo artículo, el Primado de Brasil reproduce la respuesta, dada por el Consejero Emmanoel Campelo, y encaminada el pasado 16 de mayo a los ‘Desembargadores’ y Magistrados por el Presidente del Consejo, Des. Luiz Felipe Silveira Difini:
«…se verifica que la presencia del Crucifijo o símbolos religiosos en un tribunal no excluye o disminuye la garantía de los que practican otras creencias; tampoco afecta el Estado laico, porque no induce a ningún individuo a adoptar cualquier tipo de religión, como tampoco hiere el derecho de quien quiera [que] sea. Así, entiendo que los símbolos religiosos pueden componer las salas del Poder Judicial, sin herir la libertad religiosa, y que no se puede imponer su retirada de todos los tribunales, indiscriminadamente. Por eso, merece reparo la decisión del Consejo de Magistratura del Tribunal de Justicia del Estado de Río Grande del Sur, que determinó, de forma discriminatoria, la retirada de los Crucifijos. Ante lo expuesto, voto en el sentido de ser juzgados procedentes los pedidos, tornando sin efecto el acto administrativo impugnado».
De esta forma, Mons. Krieger destaca que esa «es una victoria del sentido común; es una victoria de aquellos que saben distinguir entre Estado laico y Estado laicista».
«El Estado brasileño es laico, lo que significa decir que hay separación entre Estado e Iglesia. En el Estado laicista se busca ‘aislar el factor religioso a la esfera puramente personal, prohibiendo o cercenando las manifestaciones externas de religiosidad’ «, explica.
Prosiguiendo, el Arzobispo reiteró las palabras del Consejero Campelo, que «para acoger la pretensión de retirada de símbolos religiosos bajo el argumento de ser el Estado laico, sería necesario, también, extinguir feriados nacionales religiosos, abolir símbolos nacionales, modificar nombres de ciudades, y hasta alterar el preámbulo de la Constitución Federal».
«En el preámbulo de esta, se lee: ‘promulgamos, bajo la protección de Dios, la siguiente Constitución de la República Federativa del Brasil’. No se puede olvidar, también, que en las cédulas del real se lee: ‘Dios sea alabado’ y que son varios los feriados religiosos», agregó.
Al final del texto, el prelado aclara que, «en otras palabras: ‘De las varias formas de relación entre Iglesia y Estado en el tiempo y el espacio – Estado confesional (que adopta una religión como oficial), Estado ateo (que rechaza el factor religioso como constitutivo del ser humano) y Estado laico (que vive la separación entre Iglesia y Estado, pero con cooperación entre ellos y respeto a la libertad religiosa) -, el Brasil adoptó nítidamente esta última forma». (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Arquidiócesis de Salvador
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