Ciudad del Vaticano (Martes, 05-07-2016, Gaudium Press) El próximo sábado, 09 de julio, en Hungría, más precisamente en la ciudad de Szombathely, serán realizadas varias solemnidades conmemorativas de los 1700 años del nacimiento de San Martín de Tours.
Quien deberá presidir la solemne celebración eucarística conmemorativa de ese acontecimiento será el Cardenal Dominik Duka, Arzobispo de Praga, en la República Checa. El último sábado, fue publicada la carta por medio de la cual el Papa Francisco nombró al Cardenal como su Enviado Especial en las fiestas y solemnidades a ser realizadas.
El Papa nombró también como participantes de esa misión pontificia a Mons. Gàbor Mohos, del clero de la Arquidiócesis de Esztergom-Budapest y Secretario General de la Conferencia Episcopal Húngara y el sacerdote Padre Balàzs Levente Martos, perteneciente al clero de la Diócesis de Szombathely y que, además de miembro de la Pontificia Comisión Bíblica, es profesor de teología bíblica y formador del Seminario de Gyor, en Hungría.
Palabras del Papa
«San Martín de Tours puede justamente ser llamado de padre de los pobres», dice el Pontífice.
Aún no siendo cristiano, dijo Francisco, «ya se comportaba como un candidato al Bautismo por sus obras de caridad: asistía a los atribulados por las enfermedades, socorría a los infelices, alimentaba a los necesitados, vestía a los desnudos, no conservaba nada para sí del salario militar, excepto lo que le era necesario para el sustento cotidiano. Ya en aquella época era un oyente no sordo a los preceptos del Evangelio y no se preocupaba con el mañana», dice de él Sulpicio Severo, en la obra Vida de San Martín, 2,8.
Convertido al cristianismo y habiendo recibido el Bautismo, se torna «un incansable soldado de Cristo», anunciando y testimoniando el Evangelio en muchos países europeos, recuerda Francisco en su carta, deseando que, siguiendo el ejemplo del Santo, las celebraciones de este aniversario puedan favorecer la evangelización del continente y una mayor atención para con los necesitados.
Historia
El santo protagonista de las festividades, vivió en el siglo IV, una época de importantes transformaciones. Él tuvo un importante papel en esas mismas transformaciones por ser un convertido a la religión cristiana y uno de los impulsores de la cristianización de Europa en su siglo.
Él nació tres años después de promulgado el Édito de Milán, en 313, cuando el Emperador Constantino, había concedido a los cristianos libertad de culto.
San Martín fue discípulo de San Hilario de Poitiers, uno de los doctores de la Iglesia, teólogo importante y famoso contemporáneo de San Agustín.
Siendo un hombre culto, San Martín se distinguió en la acción concreta practicando la caridad, la enseñanza, la fundación y construcción de iglesias, monasterios y escuelas.
Su acción apostólica fue de las más importantes para la cristianización de la Galia. Es llamado como «Padre de las Galias», sin embargo su apostolado lanzó un rayo de luz cristiana más allá de ellas e influyó en la cristianización de otras provincias occidentales del Imperio Romano.
Su acción se reveló fundamental a largo plazo y contribuyó a dejar un legado cultural y religioso que perduró para más allá de la caída del Imperio Romano e hizo parte de la formación de la propia civilización cristiana europea.
Fue uno de los fundadores del monaquismo en la Europa Occidental y fue reverenciado aún en vida como un bienaventurado.
Nació y creció en la ciudad de Sabaria, actual Szombathely, en la antigua provincia de Panomnia, región de la actual Hungría.
Militar
A los 15 años se alistó en la caballería del Ejército Imperial.
Allí continuó practicando las enseñanzas cristianas, principalmente la caridad.
Fue destinado a prestar servicios al Imperio en la antigua Galia, actual Francia, e, incluso como soldado de caballería, jamás abandonó las enseñanzas cristianas.
Fue en esa época que ocurrió el famoso episodio del manto, que sucedió probablemente en el año 337, próximo a la ciudad de la actual Amiens, capital de la Picardía, Francia:
Un día un mendigo que tiritaba de frío le pidió limosna y, como no tenía, el caballero cortó su manto con la espada y dio, por amor de Dios, la mitad de él al mendigo. De noche, narra la tradición y los relatos escritos, mientras dormía, el propio Jesús, se le apareció en sueño. El Señor usaba el pedazo del manto que él había dado al mendigo y agradeció a Martín por haberlo calentado en aquella noche fría de invierno.
A partir de ahí fue que Martín decidió dejar las filas militares y todo el futuro que el mundo le reservaba para dedicarse enteramente al servicio de otro Señor… (JSG)
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