Madrid (Jueves, 14-07-2016, Gaudium Press) Una especial atención a los ancianos es la que ha prestado el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, en su más reciente carta semana. El prelado ha recordado que los mayores son un tesoro para la familia y para la sociedad, exhortando a no olvidarlos porque hoy necesitamos de su experiencia y de sus caricias.
«Todos debemos pensar en ellos; no son una carga, sino un tesoro (…) Estamos todos llamados a trabajar para que la familia asuma su ser y su misión. Y en ese ser y misión, no podemos olvidar a los ancianos. En mi vida he experimentado que los abuelos ocupaban un lugar especial y creo que esto pertenece al dinamismo del Evangelio», escribe el prelado.
Mons. Carlos Osoro ha recordado en su carta semanal que todos necesitamos de la experiencia y de las caricias de los mayores. Exhortó a no olvidar a los ancianos / Foto: Joaquín Sánchez – Diócesis de Getafe. |
Para hablar de ello, el Arzobispo rememora trechos del Evangelio que hablan de los ancianos: «¡Cómo no recordar aquel encuentro en el templo del Dios hecho hombre con aquellos dos ancianos: Simeón y la profetisa Ana! Cuando era un Niño recién nacido en Belén, sus padres lo presentan en el templo como era costumbre de los judíos. Él, que es la Vida y se asoma a la historia hecho hombre, se encontró con aquellos ancianos. Por una parte, Dios nos manifiesta así la necesidad de este encuentro con los mayores y, por otra, los ancianos manifiestan y constatan la necesidad del Niño entre los hombres, en la historia».
«En esa imagen maravillosa -sigue Mons. Osoro- Dios nos quiere decir algo que pertenece a la esencia de la familia: niños y ancianos construyen el futuro de la humanidad. De ahí el cuidado de ambos y la necesidad de nos separarlos, pues los unos se enriquecen con los otros: unos dan esperanza y futuro; otros dan experiencia y serenidad, contagian confianza dando aquello que después de los años consideran y han visto que es lo más fundamental. Cuando no se da importancia a unos y a otros al mismo tiempo, el futuro está comprometido».
Dirigiéndose luego a los mayores, el prelado confesó sentir por ellos una predilección por la misión que tienen en la familia, y les recordó que son una gracia para la humanidad. «No penséis que sois un peso inútil, todo lo contrario: sois testigos del pasado y sois inspiradores de sabiduría para el presente y el futuro. Sin vosotros, a nuestra sociedad le falta algo fundamental. De ahí la importancia que tiene vuestra presencia y el que os vean y traten los niños y los jóvenes. ¡Qué importante sería el que todos escuchásemos!», agregó.
Luego les alentó: «Dar cauce a vuestra tarea en estos momentos que vive la humanidad es de especial importancia, pues no sois sobrantes que arrinconar, sino protagonistas para construir».
Mons. Osoro también aseguró que los ancianos tienen una fuerza especial, ya que son conocedores de la realdad y de los demás, sobre todo, de su familia, a quienes aman. «Aman la vida. Aman a los suyos. Saben que es lo único que queda y les queda. ¡Qué sabiduría! Solo en el amor la persona se confía plenamente. Es un principio fundamental. ¿Por qué se confían los hijos con los padres y, de un modo especial, con los abuelos? Porque saben hacer experimentar a los suyos que la persona es sobre todo acogida de su revelación (…) El amor es la verdadera inteligencia que penetra toda la persona y abraza su realidad, nada omite de ella y nunca produce violencias», añadió el prelado.
Concluyendo la carta, el Arzobispo de Madrid dijo que los abuelos son expertos en curar las heridas de Jesús, puesto que saben tocar y acariciar, ellos «son testigos del pasado, maestros de sabiduría para el presente, cimientos fuertes del futuro, nos ayudan a clarificar la escala de valores humanos, nos hacen ver la continuidad de las generaciones y la interdependencia, rompen barreras de las generaciones y crean puentes, regalan cariño, comprensión, amor con sus ojos, palabras y caricias».
Con información de la Archidiócesis de Madrid.
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