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Santiago de Compostela (Lunes, 25-07-2016, Gaudium Press) El Arzobispo de Compostela, España, Mons. Julián Barrio, presidió en la Catedral de Santiago los actos litúrgicos de la Solemnidad del Apóstol el pasado 24 de julio y pidió a los presentes «revitalizar la tradición cristiana y vivir los valores auténticos que han dado sentido a nuestra vida». Aseguró también que la pretensión de reducir la religión a la esfera privada es contraria a los principios de «una sociedad verdaderamente democrática».
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| Relicario del Apóstol Santiago, llevado en procesión solemne durante la Fiesta. Foto: Archidiócesis de Santiago de Compostela. |
El prelado recordó la importancia de la libertad religiosa, que «requiere la ausencia de todo tipo de coacción» ya sea del estado o de particulares y solicitó que en España «no se obligue a nadie a actuar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella, pública o privadamente, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos».
Mons. Barrio relacionó los males y crisis que aquejan en la actualidad a España y Europa con la «pérdida de la memoria y de la herencia cristianas, unida a una especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa» que ha ocasionado que muchos europeos vivan sin una base espiritual y «como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia». El prelado lamentó la creciente dificultad de los creyentes para dar testimonio cuando «el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenazado».
El Arzobispo pidió «revitalizar la tradición cristiana y vivir los valores auténticos» en los cuales se encuentra la respuesta para retornar al respeto de las personas que sufren y a una vida coherente con el Evangelio a la altura de las exigencias del momento actual. «Las inagotables fuentes del progreso humano son el culto a Dios, la caridad y la misericordia con el prójimo», indicó, por cuanto criticó a quienes pretenden erradicar la fe de la dimensión pública de la sociedad. Esta corriente impide la auténtica defensa de la dignidad humana dejando a los más vulnerables (como los no nacidos y los ancianos) como «víctimas de cualquier tipo de violencia».
«La lógica del poder ha de cambiarse por la del servicio, la de la posesión por la del don, la del interés personal por la de la gratuidad», concluyó el prelado. «No olvidemos que el encuentro y la acogida del otro se entrecruzan con el encuentro y la acogida de Dios».
Con información de Archidiócesis de Santiago de Compostela.
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