Cracovia (Jueves, 28-07-2016, Gaudium Press) Al peregrinar a la «capital espiritual» de Polonia, el Papa Francisco honró a la Virgen Negra de Czestochowa, a la que regaló una Rosa de Oro tal como habían hecho sus predecesores, y celebró una misa multitudinaria, en su segundo día en Polonia, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud. La eucaristía también conmemoraba el 1050 aniversario del Bautismo de Polonia.
«El apóstol Pablo nos habla del gran diseño de Dios: «Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer» (Ga 4,4)», expresó el Papa, refiriéndose a la lectura del día. «Sin embargo, la historia nos dice que cuando llegó esta «plenitud del tiempo», cuando Dios se hizo hombre, la humanidad no estaba tan bien preparada, y ni siquiera había un período de estabilidad y de paz: no había una «edad de oro». Por lo tanto, la escena de este mundo no ha merecido la venida de Dios, más bien, «los suyos no lo recibieron» (Jn 1,11). La plenitud del tiempo ha sido un don de gracia: Dios ha llenado nuestro tiempo con la abundancia de su misericordia, por puro amor ¡por puro amor! ha inaugurado la plenitud del tiempo». Es plenitud de los tiempos sobre todo porque ha llegado Cristo.
El Hijo de Dios nació de una mujer porque así Dios lo quiso. «En María encontramos la plena correlación con el Señor: al hilo divino se entrelaza así en la historia un «hilo mariano». Si hay alguna gloria humana, algún mérito nuestro en la plenitud del tiempo, es ella: es ella ese espacio, preservado del mal, en el cual Dios se ha reflejado; es ella la escala que Dios ha recorrido para bajar hasta nosotros y hacerse cercano y concreto; es ella el signo más claro de la plenitud de los tiempos».
María era el paraiso de Dios. «Él [Dios] se complació tanto de María, que se dejó tejer la carne por ella, de modo que la Virgen se convirtió en Madre de Dios, como proclama un himno muy antiguo, que cantáis desde hace siglos. Que ella os siga indicando la vía a vosotros, que de modo ininterrumpido os dirigís a ella».
El Papa pidió a la Virgen, «causa de nuestra alegría» y «que lleva la paz en medio de la abundancia del pecado y de los sobresaltos de la historia, nos alcance la sobreabundancia del Espíritu, para ser siervos buenos y fieles. Que, por su intercesión, la plenitud del tiempo nos renueve también a nosotros».
Con información de Radio Vaticano
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