Redacción (Jueves, 28-07-2016, Gaudium Press) Entre los habitantes del reino de Israel que fueron deportados a la ciudad de Nínive, cuando Samaria fue tomada por los asirios, en 721 a. C, se encontraba un varón justo llamado Tobit.
Tobías se torna ciego
Mientras residía él en la tierra de Israel, sus parientes y todos sus hermanos cayeron en la idolatría ofreciendo sacrificios al becerro de oro, que el pésimo Rey Jeroboam hiciera en Dan, Tobit iba a Jerusalén en los días festivos a fin de adorar el verdadero Dios, en el Templo. Tobit se casó con Ana, y de ella tuvo un hijo que recibió el nombre de Tobías.
En Nínive, Tobit continuó enteramente fiel a Dios y llegó a ganar el favor de Salmanasar, rey de los asirios. Pero el sucesor de este, Senaquerib -queriendo vengarse de la gran derrota que el Altísimo le infringiera, cuando un Ángel exterminó 185.000 asirios-, mató muchos israelitas, cuyos cadáveres eran lanzados fuera de las murallas.
Tobit recogía los cuerpos a escondidas y los sepultaba, pero fue denunciado a Senaquerib, que buscaba matarlo. Él entonces huyó, dejando en Nínive a su esposa y su hijo.
Luego, el impío Senaquerib fue asesinado por dos de sus hijos, uno de los cuales se tornó rey. El nuevo monarca nombró un hermano de Tobit encargado de las finanzas, lo que posibilitó el regreso de Tobit.
Cierto día, Tobías informó a su padre que un judío había sido asesinado y su cadáver fuera lanzado en plaza pública. Inmediatamente, Tobit removió el cuerpo a un escondite y, al caer la noche lo sepultó.
Después de haberse bañado, Tobit fue al patio de su casa, se acostó junto a una pared donde había un nido de pardales, y un accidente hizo con que sus ojos quedasen cubiertos por manchas blancas.
Él consultó médicos, pero cuantas más pomadas aplicaban tanto más los ojos empeoraban; y Tobit quedó completamente ciego.
Además de esa prueba, Tobit fue tratado con aspereza por su esposa; tal fue su sufrimiento que él pidió a Dios: «Manda, Señor, que yo sea liberado de esta angustia y déjame partir a la morada eterna» (Tb 3, 6). Todos esos sufrimientos indican como el justo Tobit fue semejante a Job.
Sufrimiento de Sara
Mientras eso ocurría en Nínive, – actual Irán – ocurrían hechos dignos de nota.
Una joven israelí inocente llamada Sara fuera dada en casamiento a siete hombres, sucesivamente, y en la noche de las nupcias cada uno de los maridos fue muerto por el demonio Asmodeo (cf. Tb 3, 8).
La criada de Sara comenzó a censurarla atrozmente, acusándola de haber matado a los siete maridos. Todo eso causó tanto sufrimiento en Sara que ella pensó en ahorcarse, pero comenzó a rezar y así resistió a la tentación. En su oración, ella dijo a Dios que nunca manchara su virginidad, y le pedía que tirase su vida.
«En la misma hora fue oída la oración de ambos, en presencia de la gloria de Dios» (Tb 3, 16). Y el Creador envió al Ángel Rafael a Tobit a fin de curar su ceguera, y a Sara para darla como esposa a Tobías, y «prender Asmodeo» (Tb 3, 17).
Tobit, que se tornara pobre, se acordó que hacía 20 años depositara 350 kilos de plata en las manos de Gabael, residente en Rages, ciudad de Media, próxima a aquella en que vivía Sara. Y mandó que Tobías fuese a retirar aquel valor. Antes, sin embargo, le dio diversos consejos que muestran como Tobit era un varón de gran virtud.
Recomendó a su hijo que siempre guardase la castidad, evitase toda frivolidad, hiciese obras de misericordia a los necesitados, y se casase no con una mujer pagana, sino judía. Y concluyó: «Tendrás muchos bienes, si fueres temeroso a Dios y si te mantuvieres alejado de todo pecado, actuando siempre bien en presencia del Señor tu Dios» (Tb 4, 21). Y le entregó un documento comprobatorio del depósito del dinero.
El Ángel Rafael acompaña y orienta Tobías
Aunque la misión fuese ardua, Tobías declaró a su padre que la cumpliría, así como seguiría todos sus consejos. Y Tobit le recomendó que buscase alguien de confianza para acompañarlo en el viaje, pues el recorrido sería bastante largo.
Al salir de su casa, Tobías encontró al Ángel Rafael, el cual tomara la forma de un judío llamado Azarías, pariente de Tobit. Pero Tobías ignoraba que él fuese un Ángel. Hubo entonces un diálogo entre los dos:
– Le preguntó Tobías: ¿Quién sois?
– Soy israelita y vine aquí a trabajar.
– ¿Conoces la estrada que conduce a la Media?
– Sí, pues estuve allá algunas veces y me hospedé en casa de Gabael, que vive en Rages, ciudad situada a dos días de caminata de la capital de la Media.
– Espera un poco, mientras hablaré con mi padre. Preciso que vayas conmigo en un viaje y te pagaré el salario.
Después de oír la narración de lo ocurrido, Tobit pidió que el Ángel Rafael – siempre con aspecto humano – entrase en su casa, lo saludó y le dijo que no veía. El Ángel le declaró: «¡Coraje! ¡En breve serás curado por Dios, coraje!» (Tb 5, 10).
Tobit preguntó a Rafael si podría acompañar a su hijo, mediante el pago de un salario. El Ángel respondió: «Puedo, pues conozco todos los caminos.» Al partir, el viejo Tobit dijo: «Que Dios os proteja y su Ángel os acompañe» (cf. Tb 5, 10.17). Ellos entonces iniciaron el viaje, seguidos por el can de Tobías.
Caminaron durante todo el día y, al caer la noche, Tobías fue hasta las márgenes del Río Tigris, a fin de lavar los pies. De repente, un enorme pez salta del agua para devorar uno de los pies del joven; obedeciendo a la orden del Ángel, Tobías ataja el pez y lo arrastra a la tierra.
Entonces Rafael le mandó que lo abriese y separase el corazón, el hígado y la hiel, que servirían como remedio. Tobías así lo hizo, en seguida cocinó y comió parte da la carne del pez, y después continuaron el viaje.
Pidamos a Nuestra Señora que nos conceda una gran y creciente devoción a los Ángeles. ¡Que en nuestra caminata terrenal ellos nos protejan contra los engaños del demonio!
Por Paulo Francisco Martos
(in «Noções de História Sagrada» – 78)
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