Belo Horizonte – Minas Gerais (Lunes, 01-08-2016, Gaudium Press) El Arzobispo de Belo Horizonte, Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, en uno más de sus artículos, reflexionó sobre la familia como la escuela de la vida.
Ya al inicio, Mons. Walmor afirma que «hay una peligrosa, progresiva y amenazadora pérdida del sentido de la vida como don precioso. Son muchos los escenarios que comprueban la manera relativista con que se viene tratando la vida: el resultado es la creciente pérdida de su valor sagrado. Así, se torna urgente comprender e invertir siempre más en procesos educativos que permitan el enfrentamiento de esa realidad problemática y amenazadora».
«En ese escenario, gravísimo es constatar cuánto está corroído el núcleo de la consciencia individual por las elecciones subjetivistas, voluntaristas, norteadas por conveniencias que revelan hasta incluso preconceptos y odios. De ese modo, esos adelantados procesos de delincuencia surgen en contramano de todo lo que se puede presumir», informa.
Según el prelado, «no bastan, sin embargo, apenas intervenciones puntuales en esas situaciones todas. Es preciso una completa reorganización en los funcionamientos de la sociedad, considerando, sobre todo, el aprecio sagrado por el don de la vida». En ese aspecto, continuó, se incluye «el enorme desafío de articular la complejidad y la diversidad de los lenguajes y las simbologías en medio a las veloces transformaciones socioeconómicas, religiosas, políticas, culturales y ambientales».
«Tampoco bastan las intervenciones estructurales en la organización externa de las realidades urbanas. Es preciso invertir en contextos con impactos estructuradores. En el escenario amplio de las inversiones educativas, los gobiernos, las iglesias, las academias y los demás segmentos deben priorizar la familia, siempre más».
Con todo, «incluso considerándose superada la fase vivida recientemente, de relativización de la familia y hasta mismo la preconización de su fin, todavía son necesarios ajustes en la comprensión de lo que ella realmente representa».
Mons. Walmor cree ser «esencial tener la claridad de la importancia de constituirse el núcleo familiar para ser calificado en el contexto educativo y, así, ser capaz de cuestionar las realidades».
«Antes y por encima de la enseñanza formal, está la familia. Escuela indispensable, en ella se configuran los elementos estructuradores del carácter, la socialización, el ejercicio de la libertad, de la ciudadanía y de la capacidad de amar. Todo eso mantiene encendida la llama del respeto a la sacralidad de la vida, fuerza capaz de reconfigurar los escenarios que la amenazan», agrega.
Conforme el Arzobispo de Belo Horizonte, «es en la familia que nace el nuevo camino en el enfrentamiento de aquello que deshila el tejido de la cultura urbana, al formar ciudadanos capaces de ofrecer la fuerza del testimonio imprescindible a toda transformación, fundamentado en la justicia, la verdad y la paz. Esa competencia para intervenir positivamente en la realidad se estructura primeramente a partir de las relaciones familiares. Con la preponderancia de las figuras parentales es que se da el aprendizaje de la indispensable dinámica de la reciprocidad, del sentido del otro, de su dignidad y, sobre todo, del gusto por amparar y promover la vida».
«La primera y más importante escuela de la vida no puede, con todo, caminar sola. Esos desafíos todos exigen políticas públicas adecuadas, espiritualidad calificada, sentido social y político de la ciudadanía, que resulten en prácticas capaces de fecundar el respeto incondicional a la vida», recuerda.
Al final de su artículo, Mons. Walmor resalta que «el abordaje de esta cuestión, enmarcada por la complejidad de la cultura urbana contemporánea y por la realidad desafiante propia de la familia, invita a reflexionar, debatir e invertir en nuevos escenarios para hacer de la vida familiar una verdadera escuela. Todos somos siempre aprendices». (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Arquidiócesis de Belo Horizonte
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