Redacción (Martes, 02-08-2016, Gaudium Press) En su maravilloso libro «Tratado de la Verdadera devoción a la Santísima Virgen María», San Luis de Montfort (1763-1716) profetiza un nuevo estado de cosas para la humanidad, una nueva Era y un auténtico ‘nuevo orden mundial’ con repercusiones en todo el universo creado: El Reino de María, que no se basará por supuesto en estructuras económicas y sociales, sino en un nuevo estado de espíritu, una nueva mentalidad de la humanidad que surgirá de corazones convertidos totalmente a Dios Nuestro Señor, sea por una nueva efusión de gracias del Divino Espíritu Santo, sea por tribulaciones que recompondrán en nosotros nuestro amor a Dios, o por una combinación de estas dos cosas.
San Luis María Grignion de Montfort |
Será, dice el santo, una época en que se respirará la atmósfera de la Virgen como si fuera el aire. Habrá muchas más advocaciones muy probablemente precedidas de apariciones y milagros portentosos, y se le conocerá mejor de lo que se le invoca y se le conoce hoy. «El lodo desaparecerá en los antros de la tierra. Las tinieblas se ocultarán en sus escondrijos infernales. La tempestad vencida dará lugar al orden sacralizado, jerárquico y altamente perfecto del Reino de María», agrega el pensador católico Plinio Corrêa de Oliveira en una de sus tantas oraciones compuestas para honrar a la Virgen y acercar más sus discípulos a una devoción mayor por Ella. Se refería al estado de pecado en que él veía hundirse la cristiandad irreversiblemente ya en los idos años sesentas, tiempos de hipismo, revolución sexual, LSD, Woodstok y otros acontecimientos más que arrasaron la juventud de muchos lanzándolos en el consumo de drogas y el desenfreno moral que hoy ha llegado a límites inimaginables.
Según el mismo pensador, San Luis de Montfort fue un auténtico profeta que consagró sus apenas 43 años de vida a promover una devoción extraordinaria a la Santísima Madre de Dios, porque extravagantes y fuera de contexto él veía acercarse tiempos terriblemente dolorosos para la humanidad, que precisamente se desencadenaron en la propia patria del santo a partir de la revolución francesa, llevando guerras y persecuciones a la Iglesia en todos los cuadrantes de la tierra, especialmente en el mundo Occidental. Napoleón Bonaparte -todavía hoy el ídolo de esa revolución- llegó a afirmar cuando invadió Roma y los Estados Pontificios que «la vieja maquinaria de la Iglesia Católica había sido desmontada» llamando al martirizado Papa Pío VI, «Pío el Último».(1)
Cruz hecha por San Luis de Montfort |
En este contexto, las palabras de uno de los candidatos a la presidencia en los Estados Unidos pareciera ser una advertencia continuadora de los intentos bonapartistas: «Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales» (2). De tenerse en cuenta esto con la seriedad que implican las declaraciones de una personalidad como esa, San Luis de Montfort vio más allá del siglo XVIII, porque vio no solamente la crisis de aquellos tiempos sino la de nuestros días consecuencia de aquellos, con los intentos de quienes quieren impedir violentamente que se realice el plan de Dios, pero también vio el advenimiento glorioso y magnífico de una era de paz y amor Mariano que tendrá como única condición crecer en una gran devoción filial, inocente y confiada a la Santa e Inmaculada Madre de Dios, refugio seguro de los pecadores arrepentidos, consoladora de los afligidos que no han perdido la esperanza y madre misericordiosa dispuesta a tendernos la mano en los momentos más difíciles, para con Ella y solamente con Ella, implantar sobre la tierra ese prometido Reino de María del Santo Francés con la promesa de la misma Virgen en Fátima, 1917: ¡Por fin min Inmaculado Corazón triunfará! aunque antes los enemigos de Ella intenten hacernos pasar por una larga tribulación.
Por Antonio Borda
(1) Diccionario de los Papas y Concilios, ed. Ariel, Pio VI.
(2) «Women in the World»,VI Cumbre anual, 24 de abril 2015. Hillary Clinton.
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