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Redacción (Viernes, 05-08-2016, Gaudium Press) «A lo largo de
toda la vida, desde bien pequeño, hubo en mi espíritu una tendencia para
la ‘arquetipización’. No en el sentido de ilusionarme, hallando algo
arquetípico cuando en realidad no lo era; sino pensando más o menos lo
siguiente: ‘Si esto fuese perfecto, ¿cómo sería?’ Y juzgando más por
aquello que debería ser, de lo que por lo que era. Yo no tenía lucidez
para expresar esto así, pero es lo que estaba en mi espíritu. Hallo que
era una gracia. (…) Y eso se daba desde que yo me acuerdo de mí mismo,
ya en la pre-edad de la razón, en la formación de los primeros
principios». 1 Realmente impresiona esta declaración del Dr. Plinio,
relatada en la más reciente obra de Mons. João Clá, EP, «El Don de
Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira».
El
Dr. Plinio afirma allí su fortísimo deseo de ir hacia Dios, buscando lo
perfectísimo en lo perfectible, camino al Perfecto Absoluto.
Mons.
João Clá, fiel discípulo del Dr. Plinio, afirma que ese movimento «se
aplicaba no apenas a la esfera religiosa, o sea, a una imagen, un
tabernáculo o una pintura sagrada, sino, como él lo declaró varias
veces, a todo lo que veía: desde lo más modesto como una hoja de papel,
una piedra o una lámpara, hasta una copa de cristal, una cuchara de
plata, una campanilla, un lustre, una ventana o, inclusive, una
persona». 2
Como expresa el Dr. Plinio arriba, ese movimiento
hacia lo alto era fruto de una gracia. ¿Pero una gracia exclusiva de él?
Es claro que no: el encanto que todo niño inocente tiene con lo
maravilloso muestra que esa inclinación es universal.
El Dr.
Plinio, alma llena de riquezas y de rico vocabulario, mucho empleaba
esta expresión como el objeto hacia el cuál se dirigían esos movimientos
de alma: arquetipo. Y hasta llegó a crear un nuevo término para
ilustrar a sus oyentes sobre esa particular búsqueda de la perfección a
partir de las cosas creadas: ‘arquetipización’.
Es claro, la
arquetipización tenía como fin último al Creador: «Yo guardaba esas
reflexiones [las ‘arquetipizaciones’] para mí mismo, en la medida en que
las primeras divagaciones de un niño puedan merecer el pomposo nombre
de reflexión. Pero bien se ve el caminar del espíritu hacia donde iba: a
la belleza perfecta, a la magnificencia incomparable, a aquello delante
de lo cual yo, llegando, dijese: ‘Al final bastó: ¡Al final yo lo
encontré y lo tengo! ¡Yo soy feliz!». 3
Este ejercicio
‘arquetipizante’ hacia que él viviese en un mundo dorado, que le
producía suma felicidad. El Dr. Plinio a lo largo de su vida -pues ese
movimiento nunca cesó- iba creando un «Banco de Arquetipos» que
constituía el paraíso interno de su ser. «Ese movimiento de alma de tal
modo se enraizó en su espíritu que ‘cuando niño, no separaba
suficientemente la ‘arquetipía’ de la realidad». 4 Y explica Mons. João
Clá acerca de esa declaración que en el Dr. Plinio era «tan intensa era
la ‘tendencia para la arquetipización’, y con tanto amor y empeño él
volaba para ese mundo de las ‘arquetipías’, que guardaba más en el
recuerdo el objeto perfecto, producto del don del Espíritu Santo en su
alma, que aquel de hecho existente». 5
Verdaderamente vivía el Dr. Plinio en su Castillo Dorado. Y por eso su alegría, incluso en medio de las más grandes batallas.
¿Fue
esa una conquista del Dr. Plinio y sólo de él? Es claro que no. Más
bien, la exposición que hace Mons. João Clá, EP, en «El Don de Sabiduría
en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira» es una
invitación a todos a reemprender ese camino rumbo a la Belleza Absoluta.
Por Saúl Castiblanco
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1
Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. O Dom de Sabedoria na Mente, Vida
e Obra de Plinio Corrêa de Oliveira. Vol I – Inocência, o Início da
Sabedoria. Libreria Editrice Vaticana – Instituto Lumen Sapientiae. São
Paulo. p. 190
2 Ídem
3 Ibídem. p. 191-192
4 Ibídem. p. 191
5 Ídem
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