Redacción (Jueves, 11-08-2016, Gaudium Press) ¿Cómo fue la vía de Plinio Corrêa de Oliveira para llegar a una visión completa del Sagrado Corazón de Jesús? A Él arriba por medio del «sentido de las arquetipías» «Yo quería que las cosas fuesen como ellas deberían ser, y fui a la procura de la Iglesia Católica», 1 afirmaba el Dr. Plinio, como se plasma la magnífica narración que hace Mons. João Clá, EP en «El Don de Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira».
Recordemos que el «sentido de las arquetipías» era la expresión con la que el Dr. Plinio llamaba a esa procura de lo más perfecto, búsqueda que realiza el espíritu humano a partir de la realidad creada, particularmente de las cosas maravillosas que existen en este mundo. El sentido de las arquetipías busca lo perfectísimo en lo perfectible, e incluso penetra en el mundo de los ‘posibles de Dios’, posibles que no existen en la realidad exterior pero sí en la Esencia Divina.
«Una de las vías surcadas por Plinio para llegar a la contemplación de la Iglesia fue el análisis, hecho a la luz del discernimientos de los espíritus, de la Persona adorable de Nuestro Señor Jesucristo, felizmente representado en una imagen de su Sagrado Corazón, colocado en un sencillo oratorio del cuarto de su madre», recuerda Mons. João Clá.
Dr. Plinio ya estaba a la procura de la ‘piedra angular’, o de esa punta del arco gótico de la creación que fuese su pináculo, en torno de la cual se ordenase todo el conjunto y fuese a la vez su expresión más bella y perfecta.
En determinado momento el joven Plinio comienza a mirar maravillado la imagen del Sagrado Corazón que pertenecía a Doña Lucilia Corrêa de Oliveira, «encontrando que aquella imagen atendía las aspiraciones de mi sentido del ser y correspondía a todo cuanto yo reputaba ser bueno y recto, y aún más, ¡ponía horizontes y aspectos nuevos, con una elevación extraordinaria!». 3 Ese «Hombre» representado por la imagen del Sagrado Corazón era el Ser perfectísimo que cerraba en Belleza Absoluta todo el orden del Universo. El «sentido de las arquetipías» del Dr. Plinio, pedía, clamaba, ‘exigía’ ese Ser, pues tenía que haber una ‘punta’ de las cual procediese todo el resto. Y cuando llegó hasta Él, ese Ser en cierto sentido era un antiguo conocido. El Dr. Plinio, aun siendo «muy pequeño descubrió en el centro del orden del universo, tan admirado y analizado, el propio Corazón de Jesús». 4
«Por causa del discernimiento de los espíritus y del profundo don de contemplación, él [joven Plinio] veía más las almas que las fisonomías, no divisó en seguida la escultura, sino que primero penetró en el Alma del Divino Salvador. Allí estaba la síntesis, el modelo más elevado, reuniendo toda la bondad y la verdad que él veía en las otras almas, ¡todas las bellezas esparcidas en torno de sí! Las virtudes que las personas deberían tener y no tenían, o que algunas poseían de forma incompleta, encontraban su ‘unum’ en Nuestro Señor Jesucristo. Los palacios, las catedrales, los órganos, los vitrales; en fin, todo el resto que admiraba, presentaba un nexo lógico con Él porque sólo se explicaba en función de Él, y estaba armonizado en torno de Él. Entonces, concluyó: ‘¡Ah, aquí está el arquetipo de la humanidad y de todo el universo material y espiritual criado! ¡Este es quien yo procuraba!». 5
Por Saúl Castiblanco
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1 Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. O Dom de Sabedoria na Mente, Vida e Obra de Plinio Corrêa de Oliveira. Vol I – Inocência, o Início da Sabedoria. Libreria Editrice Vaticana – Instituto Lumen Sapientiae. São Paulo. p. 183
2 Ibídem. p. 184
3 Ibídem. p. 186
4 Ibídem. p. 237
5 Ibídem. p. 240
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