Ontario (Lunes, 22-08-2016, Gaudium Press) La Sacred Music Society (Sociedad de Música Sacra) de Canadá desarrolla un llamativo programa llamado Sparrows Children’s Choir (Coro de Niños Gorriones) que introduce a los niños a la música sacra en las escuelas, con notables resultados artísticos pero también otros beneficios inesperados en su desarrollo físico y espiritual. «Esta noble música deja una marca indeleble en el alma», afirmó el maestro Uwe Lieflander, fundador de la Sociedad, en diálogo con The Catholic Register.
El Maestro Uwe Lieflander, junto a niños de la Parroquia de la Inmaculada Concepción en Port Perry. Foto: Arquidiócesis de Toronto. |
«Es sorprendente observar los grandes y profundos cambios que ocurren con esta música en niveles fisiológicos, psicológicos y espirituales», explicó el maestro. «Como resultado de escuchar esta música, millones de nuevas conexiones neuronales se forman. Uno se transforma en el nivel más fundamental. Ciertamente pasa conmigo, una vez y otra, con cada ensayo, cada concierto o celebración».
El programa es ofrecido a las escuelas como un programa de extensión de los estudios de música existentes y relaciona a los niños con un amplio repertorio de música sacra que permite a los niños descubrir conceptos como la Nobleza y la Belleza y tener contacto con el «misterio» y la «diferencia inexplicable» pero patente entre las obras maestras y la música común. El maestro aseguró que «sus vidas (de los niños) son puestas en una pista diferente justo aquí, a la tierna edad de tres años o cuando se encuentren con los gorriones».
Para la exdirectora de la Escuela Primaria de los Mártires Canadienses en Oshawa, Ontario, Mary Lou Elliott, el coro de niños marcó una diferencia. «Estos estudiantes vinieron de hogares que no eran capaces de financiar un programa extracurricular», explicó. «Pasaron de saber absolutamente nada sobre música a ser capaces de identificar a Beethoven y Handel. Pasaron de cero a 100 en este curso. Es absolutamente fenomenal a lo que estos niños fueron expuestos y lo que aprendieron».
Caroline Gainey, de la Parroquia de la Inmaculada Concepción en Port Perry, pudo sentir el cambio en su propia familia con tres hijos involucrados en el programa. «Ciertamente trajo más alegría a mi propia casa», relató. «Ellos han desarrollado una apreciación por la música sacra y trae para ellos una real reverencia por la Eucaristía. La música es tan bella que ellos saben que todo lo que están haciendo es para la gloria de Dios».
Con información de The Catholic Register
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