Lima (Lunes, 22-08-2016, Gaudium Press) Con motivo del Año Santo de la Misericordia, que convocó el Papa Francisco, la Conferencia Episcopal Peruana organizará del 23 al 25 de agosto el Seminario «Misericordiosos como el Padre». El evento, inspirado en la Bula «Misericordiae Vultus», con la que el Papa Francisco convocó el Jubileo Extraordinario, tendrá lugar en el Auditorio del Centro de Formación en Salud «San Camilo», en Lima.
Dirigido a los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, catequistas, agentes de pastoral, docentes y demás personas interesadas, el Seminario se propone profundizar en el tema de la Misericordia propuesto por el Santo Padre para este tiempo jubilar.
Foto: Conferencia Episcopal Peruana. |
Las conferencias y charlas, que se realizarán de 6:00 a 8:30 de la tarde los tres días, serán inauguradas por el Arzobispo de Lima y Primado de Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani. Tras él se presentará la ponencia inaugural con el tema «Jesucristo, rostro de la Misericordia el Padre», que ofrecerá el Obispo de Chota y Secretario General de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Fortunato Pablo Urcey, OAR.
Los temas «Una Iglesia Misericordiosa» y «Una Iglesia Samaritana», serán los otros que se desarrollen durante el Seminario. Ellos estarán a cargo de Mons. Daniel Turley Murphy, OSA, Obispo de Chulucanas; y Mons. Pedro Barreto Jumeno, SJ, Arzobispo de Huancayo, respectivamente.
«Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre»
Justamente, el Santo Padre Francisco, en la Bula convocatoria del Jubileo, pone como epicentro la imagen del Padre Misericordioso. Al iniciar, escribe: «Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico en misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex34, 6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios».
Allí el Papa prosigue: «Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión».
Con información de la Conferencia Episcopal Peruana.
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