Brasilia (Martes, 23-08-2016, Gaudium Press) La Asunción de la Virgen María a los cielos fue contemplada por los fieles católicos de Brasil el pasado próximo domingo.
Celebrada tradicionalmente el 15 de agosto, día de la muerte y la asunción de la Virgen María, la solemnidad es conmemorada en el país en el primer domingo después de esa fecha.
De acuerdo con el Arzobispo de Brasilia y presidente de la Conferencia Nacional de Obispos del ÇBrasil (CNBB), Mons. Sergio da Rocha, «la solemnidad es transferida para el domingo para que todos puedan participar de la Eucaristía, por la especial importancia de esta fiesta mariana».
El prelado considera que la solemnidad fortalece la esperanza de participar de la victoria de Cristo, de la cual Nuestra Señora elevada al cielo participa de modo singular, como refuerza el Catecismo de la Iglesia Católica:
«(…) la Asunción de la Virgen María es una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los otros cristianos» (n. 966).
La Asunción, según Mons. Sérgio, es una «señal del saludo de aquello que afirma María en su oración: ‘el Todopoderoso hizo grandes cosas a mi favor’; Él ‘derrumbó del trono a los poderosos y elevó a los humildes'».
«En resumen, para participar de la gloria de Cristo es preciso recorrer el camino de la donación generosa y del servicio humilde, sustentados por el amor misericordioso de Dios. O sea, celebrando esta solemnidad, somos invitados a imitar a Nuestra Señora, modelo de oración y de caridad», agregó.
La elevación de Nuestra Señora a los cielos fue proclamada dogma de Fe por el Papa Pío XII, en 1950, a través de la Constitución Apostólica «Munificentissimus Deus»: «La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de la vida terrestre fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial».
«En este domingo del Mes Vocacional, estamos concluyendo la Semana de la Familia y recordamos, especialmente, de la vocación a la vida consagrada. A los hermanos y hermanas en la vida consagrada, nuestra profunda gratitud y nuestras preces, para que, a ejemplo de María, sean portadores de la esperanza y la caridad de Cristo», concluyó el Arzobispo de Brasilia.
Oración a Nuestra Señora de la Asunción
Oh dulcísima soberana, reina de los Ángeles, bien sabemos que, miserables pecadores, no éramos dignos de poseeros en este valle de lágrimas, pero sabemos que vuestra grandeza no os hace olvidar nuestra miseria y, en medio de tanta gloria, vuestra compasión, lejos de disminuir, aumenta cada vez más para con nosotros.
De lo alto de ese trono en que reináis sobre todos los ángeles y santos, volved para nosotros vuestros ojos misericordiosos; ved a cuantas tempestades y mil peligros estaremos, sin cesar, expuestos hasta el fin de nuestra vida.
Por los merecimientos de vuestra bendita muerte, obtenednos el aumento de la fe, la confianza y la santa perseverancia en la amistad de Dios, para que podamos, un día, ir a besar vuestros pies y unir nuestras voces a las de los espíritus celestes, para alabar y cantar vuestras glorias eternamente en el cielo. ¡Así sea!
Oremos: Dios eterno y todopoderoso, que elevasteis a la gloria del cielo en cuerpo y alma a la inmaculada Virgen María, Madre de vuestro Hijo, danos vivir atentos a las cosas de lo alto, a fin de participar de su gloria.
Por Cristo, Señor nuestro. ¡Amén! (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la Arquidiócesis de Brasilia
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