Colombo (Miércoles, 24-08-2016, Gaudium Press) El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Cardenal Robert Sarah, dirigió un discurso el día 23 de agosto a los miembros del clero de la Arquidiócesis de Colombo, Sri Lanka, sobre Vida y Litúrgica y Sacerdocio. El texto de su intervención fue publicado por el blog estadounidense New Liturgical Movement.
Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press. |
El Cardenal afirmó que a pesar de haber sido llamado a servir como Obispo y después como Cardenal, sigue siendo la fecha su ordenación sacerdotal, 20 de julio de 1969, el punto de referencia. «Cada día desde entonces, incluso en momentos de peligro o sufrimiento, ha sido una gracia y un singular privilegio ser un sacerdote de Jesucristo», declaró. «Queridos Padres, queridos hermanos en el sacerdocio de Jesucristo, ¡cuánta bondad nos ha mostrado Dios Todopoderoso! Nunca jamás olviden el día de su ordenación sacerdotal sin importar qué pruebas vengan, sin importar que tan imposibles desafíos puedan enfrentar».
Sacerdocio al servicio de la liturgia
El purpurado recordó la gracia del Bautismo que permitió esta bendición, que en su caso en Guinea fue posible gracias a la entrega y celo de los misioneros franceses de la Congregación del Espíritu Santo. Cada sacerdote es también bautizado y a él se le aplican todos los deberes de los demás creyentes, recordó, citando las palabras de San Agustín, quien describía su condición de Obispo no como un privilegio, sino como una carga, un servicio e incluso un riesgo por una mayor responsabilidad ante Dios.
«El Santo Padre está muy correcto en insistir que la Iglesia no es una organización no gubernamental (ONG)», afirmó el Cardenal. «En su lugar, la Iglesia es la familia de Dios y el Pueblo de Dios congregado por Él para ser alimentado en su Sacrificio Eucarístico para que pueda ser una verdadera luz para las naciones y realizar su misión de llamar a toda la humanidad al hogar de la Iglesia». La centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia significa que ésta es esencialmente litúrgica: «La Santa Eucaristía y la Sagrada Liturgia no son ‘extras’ añadidos a la Cristiandad: son parte de su mismo tejido, de su misma esencia».
El Card. Sarah afirmó que «uno no puede ser verdaderamente cristiano son participar en la vida litúrgica del culto de la Iglesia, en el corazón de la cual está el Sacrificio Eucarístico». Esto significa para el sacerdote que es «ante todo un ministro de la Santa Eucaristía, un hombre reservado para el ministerio litúrgico». Cada cristiano es también un «ser litúrgico», pero esta condición es especialmente cierta para el presbítero, así que los sacerdotes deben estar adecuadamente formados en la liturgia sagrada para poder formar a los fieles.
Además del estudio y la formación, que son apenas un medio, los sacerdotes deben «vivir la liturgia cada día y en cada momento de nuestros sacerdocio», exhortó el Prefecto. Por esto deben evadir la tentación de convertirse en funcionarios cuyo deber litúrgico se transforme en rutina, situación que representa un grave peligro para su vocación. El Cardenal motivó cultivar un espíritu de «admiración y descubrimiento» ante la liturgia para que cada día signifique algo nuevo, «algo que es una fuente constante de alimento para nuestras vidas».
¿Cómo renovar la admiración?
Para hacer esto posible, el Prefecto recomendó llevar a cabo retiros anuales para sacerdotes donde la liturgia sea ejemplar y se anime a través de predicaciones, a consideración del Obispo. «Sin embargo, mientras Su Eminencia lo considera, cada uno de nosotros puede dar un inicio individualmente, o tal vez con el apoyo de un pequeño grupo de hermanos sacerdotes», expresó. Otra recomendación del purpurado fue «tan frecuente como sea posible, oren el Oficio Divino litúrgicamente», recordando que «el Oficio no es un texto para ser leído, sino un rito para ser celebrado».
De igual manera, el Prefecto recomendó recitar las oraciones compuestas para el momento en que el sacerdote se reviste para la Eucaristía, republicadas en el Compendium Eucharisticum de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina en 2009. «Demasiado frecuentemente nos revestimos de afán, con gente hablándonos de todo tipo de cosas. ¡Pero esto no está bien!», advirtió. «Debemos detenernos y enfocarnos en lo que vamos a hacer. Los ornamentos son ricos símbolos externos, y los sacerdotes no debemos nunca olvidar su significado».
El Prefecto también pidió hacer un examen de conciencia sobre la liturgia y renovar la búsqueda de la belleza en cada elemento de la celebración, así cuidar la preparación y los ritos debidos para los demás sacramentos, de forma que se celebren de forma plena. «El minimalismo es el enemigo de vivir la liturgia y extraer plenamente de sus riquezas», alertó. «Cuando celebramos la liturgia con devoción y generosidad, con preocupación por la belleza y el decoro, con una fe y un amor que permea cada elemento de los sagrados ritos, estamos de hecho orando la liturgia, no tanto con palabras sino con obras».
El Cardenal concluyó recomendando a los sacerdotes leer su reciente discurso sobre la liturgia pronunciado en Londres, Inglaterra (ver noticia anterior), y haciendo memoria del sacrificio del P. Jacques Hamel en el altar de la iglesia de St Etienne-du-Rouvray, Francia, el 26 de julio, a manos de terroristas. El hecho de que celebrara la Eucaristía en el momento de su muerte fue descrito por el prefecto como un ejemplo de fidelidad y una consumación de los 58 años de sacerdocio del presbítero que debe inspirar a mantener la perseverancia en el culto divino hasta el final.
Con información de New Liturgical Movement
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