Washington (Lunes, 05-09-2016, Gaudium Press) Veronica Mena, redactora para The Catholic Company, realizó un listado de obras de arte sacro que son una particular fuente de inspiración personal. Mena afirma que la visita a los museos hace parte de su vida católica, ya que en las obras maestras de carácter religioso encuentra expuestas de una manera elevada y bella las verdades de la fe.
El Descendimiento de la Cruz de Van der Weyden |
«Es fascinante ver cómo las vidas de Cristo, de la Virgen María y de los Santos han inspirado a los artistas durante siglos», comentó, al tiempo que destacó que las obras artísticas de carácter sacro han a su vez inspirado a los cristianos una mejor vivencia de su fe. «Es sorprendente visualizar las verdades que jesús enseñó a través de pinturas religiosas hechas por talentosos artistas; aún más, cuando usted contempla las imágenes originales de primera mano puede hallar significado detrás de cada pieza maestra».
Mena recomendó especialmente el Museo del Prado en Madrid, España, por su rica colección de obras de arte sacro y su cercanía cultural a los fieles latinoamericanos. Sin embargo, existe una gran variedad de obras maestras en numerosos museos y colecciones privadas. Algunas de estas obras tienen dimensiones extraordinarias y su gran tamaño contribuye al sentido de admiración que inspiran a quien las observa.
La Coronación de la Virgen de Velázquez |
El listado de Mena comienza por la obra maestra de Leonardo Da Vinci, La Última Cena, el mural del refectorio del convento Dominico de Santa Maria Delle Grazie en Milán, Italia. «Esta pintura trata de la traición a Cristo y la institución de la Eucaristía», comentó Mena. «Jesús ha declarado que uno de los doce lo traicionará. Da Vinci retrata la reacción de cada discípulo ante la noticia. Los Apóstoles se ordenan en cuatro grupos de tres con Cristo en el centro como el punto focal, con su cuerpo en la forma de un triángulo, símbolo de la Trinidad». La figura de Cristo transmite calma y estabilidad en contraste con la situación.
La segunda obra destacada es el Cristo Crucificado de Velázquez, que exhibe las proporciones clásicas del cuerpo humano, «representando el hombre perfecto, mientras sangre cae lentamente de sus heridas, sobre su cuerpo y la madera de la cruz, transmitiendo un sentimiento de soledad, silencio y descanso en lugar de la agonía de la Pasión de Cristo». Para la redactora, esta pintura llama a la meditación y la reflexión. Otra obra destacada en la lista es La Adoración de los Pastores de El Greco, una de las obras más visitadas del Museo del Prado. En esta pintura se destaca la luminosidad del cuerpo del Niño Jesús, la expresión de ternura de la Santísima Virgen y los llamativos colores empleados por el artista, quien parece haberse autorretratado en uno de los pastores que adoran al Divino Infante.
La lista continúa con El Ángelus de Jean-François Millet, el sencillo e inspirador retrato de dos campesinos en oración en medio del trabajo, inspirado en el recuerdo del artista de su propia abuela quien, «al oír el tañido de las campanas de la iglesia cuando trabajabamos en el campo, siempre nos hizo detener nuestro trabajo para recitar la oración del Ángelus». El quinto lugar de la lista de Mena es para Las Lágrimas de San Pedro de El Greco, que retrata vivamente el arrepentimiento del Apóstol por negar a su maestro, mientras que en el fondo muestra la revelación de la Resurrección a Santa María Magdalena.
La Inocencia de William-Adolphe Bouguereau. |
La sexta obra destacada es El Descendimiento de la Cruz de Van der Weyden, un panel monumental con figuras casi de tamaño natural y notable realismo que muestra no sólo el cuerpo muerto de Jesucristo sino la asociación de la Santísima Virgen María al sufrimiento de Cristo. La Madre de Dios es representada desmayada de dolor, con su rostro pálido y paralelo al de su Hijo, con una evidente relación gráfica en la composición.
Con casi tres metros de altura y una grandeza artística que la convierte en una de las imágenes de la Santísima Virgen María más reproducidas del mundo, La Inmaculada Concepción de Murillo hace parte del listado. La obra se inspira en el dogma de la preservación de la Madre de Dios de la mancha de pecado original y representa a la Mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies del Apocalipsis. Mena también incluyó La Disputa del Sacramento de Rafael, que retrata una doble escena celestial y terrena, con la Santísima Trinidad y la Iglesia Triunfante en adoración, mientras la Iglesia militante en la tierra discute sobre el misterio de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, expuesta como centro y puente entre ambas realidades.
Cuatro imágenes marianas culminan el listado: La Coronación de la Virgen de Velázquez, La Virgen de las Uvas de Mignard, La Virgen de las Rocas Leonardo de Da Vinci y La Inocencia de William-Adolphe Bouguereau. «El uso del arte religioso para inspirar un deseo de santidad es extraordinario», concluyó Mena. «Me ha ayudado a encontrar inspiración divina no sólo porque las pinturas son exquisitas, sino por su significado celestial. Tienen una esencia invaluable difícil de hallar en el mundo moderno».
Con información de The Catholic Company.
Deje su Comentario