Santiago (Lunes, 14-09-2009, Gaudium Press) Pese a la lluvia cientos de personas de distintas nacionalidades se reunieron el pasado martes 8 de septiembre, en la parroquia Italiana Nuestra Señora de Pompeya para celebrar el Día Nacional del Migrante. La fiesta de fraternidad e interculturalidad se inició al mediodía con la celebración de la Santa Misa, que fue presidida por el Presidente del Instituto Católico Chileno de Migración (INCAMI) y obispo de Melipilla, Monseñor Enrique Troncoso y concelebrada por el vicepresidente de INCAMI, P. Algacir Munhak. También se encontraban presentes el director del Departamento de Migración del Arzobispado de Santiago, P. Isaldo Bettin, el párroco Julio Rubin y el capellán de los coreanos en Chile.
En la celebración eucarística participaron tanto chilenos como extranjeros, muchos de ellos vestidos con sus trajes típicos, en representación de las colonias históricas y comunidades residentes en el país. En su mensaje de bienvenida el Pastor saludó a los fieles señalando: «Hemos llegado hasta aquí, en representación de toda la humanidad. Aquí hay personas de muchas naciones, de muchas culturas, pero ante todo hay hombres y mujeres hijos de Dios, todos por igual, ya que en la Iglesia no hay extranjeros, somos todos conciudadanos, somos todos parte de la familia de Dios».
En su homilía el Prelado destacó el significado de este día como una ocasión en la que «cada uno sea feliz de lo que es, de su historia, de su nacimiento, de su patria, de su cultura, de su fe, de su propia familia, de su propio ser». Luego se refirió a ciertos elementos propios de la espiritualidad del migrante como son el estar siempre en camino, en búsqueda, con gran esperanza y en permanente relación con otras personas, recibiendo y aportando. Al finalizar, el Obispo invitó a los migrantes a integrarse en una comunidad parroquial para formar parte activa de la familia católica y de la sociedad chilena.
La ceremonia estuvo marcada por el colorido de las banderas ubicadas en el altar, y por los trajes típicos los fieles asistentes. El momento más emotivo de la jornada se vivió durante el saludo de paz, cuando monseñor Troncoso invitó a los presentes a tomarse de las manos y alzar los brazos como símbolo de unidad fraternal, tras lo cual entonó un canto de paz, que fue seguido por todos con gran emoción. Una vez finalizada la misa, se efectuó en el salón parroquial una variada muestra intercultural, gastronómica y artística que se extendió hasta pasada las 19 horas.
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